Desde mucho tiempo
atrás el Oso había comentado que tenía un amigo imaginario que lo acompañaba a
todos lados. Cuando el conejo escuchó la historia del oso, inmediatamente lo calificó como un demente, cómo era posible que animal tan
grandote se hiciera acompañar de un amigo imaginario.
Pero
un día el conejo cayó en una trampa para
osos, en un lugar apartado del bosque donde nadie podía auxiliarlo. Pasaron
unos días y lentamente se debilitaba, pues no tenía agua ni alimento y empezó a notar la presencia de alguien de una
forma indefinida y borrosa.
-¿Quién
eres tú?- dijo el conejo.
-Muchos
en la tierra me llaman el Ángel de la muerte, y en el cielo me llaman
simplemente Arcángel Miguel.
-¿Y
por qué ahora te me presentas a mí?
-Yo
siempre he estado a tu lado desde el primer día en que naciste, yo te salve
muchas veces de accidentes. Yo te he guiado para que vayas por el camino del
bien, mientras tú vas por la vida corriendo de una forma desenfrenada sin medir los peligros, pero tus descuidos,
vicios, y excesos te están llevando a la muerte, y después me culpan de que yo soy el que quita la vida.
-Quiere
decir que tú has sido mi compañero desde el primer día que nací, y que siempre
estuviste atento a mis equivocaciones para llevarme algún día?
-No,
no es así. Mi amigo el Oso, sabe que lo acompaño todo el tiempo y no por eso
quiere decir que esté condenado, al contrario sabe que yo lo acompañaré y lo
cuidaré si él se cuida. Y es tanto su
amor por él mismo y por sus seres queridos que ya se compró un paquete de
“PREVISIÓN A FUTURO” con sus amigos de GAYOSSO, y desde ese momento el Oso
presume un sentimiento de protección, seguridad, que lo hace sentir mucho mejor
para vivir muchos años más.
Fin.
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