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lunes, 2 de febrero de 2015

LAS ESTACAS

Había una vez una caravana de viajeros con su respectivo camello que viajaba a través  del desierto, y al llegar el atardecer tenían que hacer un alto, y prepararse  para pernoctar  esa noche. Eran  muchos los  viajeros y cada uno era responsable de su propio camello; su labor era  levantar su propia tienda de campaña para pasar la noche, pero antes tenían  que enterrar una estaca en la arena para amarrar a su  camello, para que no saliera huyendo durante la  noche. Pero resulta que un viajero no contaba con la estaca ni tampoco con la cuerda para sujetar a su camello, entonces tuvo que pedir auxilio al guía y dueño de los camellos, éste le dijo que  los camellos  son tan nobles y también un poco tontos:

-Has como si estuvieras clavando una estaca en la arena, después has como si estuvieras amarrando al cuello del  camello la cuerda,  y al último  como si la sujetaras a la  estaca. Verás que cuando amanezca,  el camello seguirá en el mismo lugar   aunque haya una tormenta de arena.
Y  al día siguiente efectivamente el camello no se había movido de su lugar. Todo mundo empezó a levantar sus tiendas, y alistarse a continuar su camino, todo mundo menos un camello que no quería caminar, y efectivamente era el camello que se le había amarrado a una estaca imaginaria, entonces el guía recomendó a su jinete, que simulara como si estuviera sacando la estaca de la arena y que desatara al camello, para que este entendiera que ya podía continuar su camino.

Cuantos de nosotros estamos anclados por un tipo de amarre imaginario, ILUSORIO, aterrorizados por perdernos en un desierto, sinónimo de sequias, de desamparo,  de hambre  e infortunio.

Las estacas o anclas con creencias limitantes que se sembraron en nuestra mente tiempo atrás, y ahora viven aferradas como una única verdad, son las que nos atan a los apegos, a una madre, a una pareja, a un trabajo, a una relación conflictiva, a una actividad o substancia tóxica y adictiva, en donde nos aterra que nos suelten las amarras y que nos den la liberación;  nos llenamos de pánico ante la  libertad  de pensar por nosotros mismos, valernos por nosotros mismos.

La dependencia de los hijos hacia los padres, que les cortaron las alas para poder volar, les robaron su autonomía, Hijos  consentidos o maltratados,  sin consejos, sin buenos ejemplos, sin darles la oportunidad de que tomaran sus  propias decisiones, que afrontaran sus riesgos y consecuencias, ahora viven temerosos enfrentándose a los fracasos de sus vidas, atados a un trabajo infructuoso,  atados a un matrimonio conflictivo, a un esposo golpeador, a una madre posesiva y castradora, arrinconados sin encontrar una salida a su situación, viviendo de la única manera que les permite su pobre mentalidad, sin fe,  sin esperanzas, ni ilusiones, ni sueños.

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