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martes, 27 de enero de 2015

EL COCO Y EL HOMBRE DEL COSTAL

El reloj marcaba las doce de la noche y Pedrito con pijama  recostado sobre su cama no podía dormir, se había destapado la cara, únicamente para ver el reloj  pero inmediatamente se  volvió a  cubrir  la cabeza;  ya  habían transcurrido muchas horas desde que sus papás lo habían mandado a dormir.
Las noches eran largas; su mayor deseo en las noches de insomnio era que amaneciera más rápido y estar a salvo de la oscuridad.
Pedrito a su corta edad no entendía el proceder de sus padres que le impedían casi todo:
-          No toques eso,
-          No juegues con eso
-          No grites
-          No brinques
-          No corras que te vas a caer
-          Quédate quietecito al frente del televisor y no hagas ruido
-          Si te portas mal vendrá el coco en la noche y te llevará
-          Si no te terminas tu comida, el señor del costal te llevará
-          Si te ensucias, si haces berrinche, si lloras, Santa Claus no vendrá……

 Pedrito vivía con muy poco cariño y tolerancia  de sus padres  y con muchos miedos y temores, no le permitían ser un niño normal con la capacidad de experimentar, de conocer, de ser libre, pues a su corta edad por naturaleza se aprenden muchas cosas nuevas como el lenguaje, la curiosidad, los sentimientos hacia los adultos, cómo enfrentar sus minúsculos problemas en su pequeño mundo, en la escuela, con sus amigos, si únicamente sus padres le habían enseñado a sentir miedo y pánico ante todas las cosas que había a su alrededor. Qué sería de Pedrito cuando creciera, viviría con los mismos temores, con la misma inseguridad e intolerancia de sus padres?
Pedrito era un niño tímido e inseguro,  temía no solo a la oscuridad sino a cualquier hora del día, tenía problemas de adaptación con sus compañeros de escuela y con sus propios vecinos, sus calificaciones no eran buenas por lo tanto no le gustaba ir a la escuela, él prefería quedarse encerrado en su habitación con sus escasos  juguetes como lo hacía los fines de semana, quizá viendo la televisión, mientras sus padres discutían. Pero Pedrito tenía la esperanza de que  mejoraran las cosas, se cuestionaba todos los días el por qué algunos de sus compañeros de escuela y sus papás eran felices, los veía al llegar por la mañana o en el parque camino a la escuela, tenía la seguridad que Dios y su ángel de la guarda, lo cuidarían cuando se presentara el Coco o el Señor del Costal.
Una noche después de que el cansancio lo venciera, tras horas de preocuparse por la aparición del coco en la oscuridad, logró dormir profundamente y en sus sueños su ángel de la guarda le decía:
-“Mi querido Pedrito, no temas soy tu ángel de la guarda que siempre estará a tu lado para cuidarte y guiarte en tu camino por la vida que es muy difícil de andar, pero es maravilloso, es divino y mágico. Dios Padre me envió para cuidarte, no debes tener miedo a nada ni a nadie, porque eres hijo de Dios que siempre estará a tu lado. Quiero decirte que así como tus padres te están educando, a ellos también los educaron de la misma manera tus  abuelos.
Tendrás que ayudar a tus padres a  encontrar a su niño interior que perdieron hace muchos años está escondido, asustado en  sus entrañas, en un rincón agrietado por la dureza con que fueron tratados, ellos perdieron su inocencia, su alegría desde hace mucho tiempo, solo conocen la desdicha y el sufrimiento y tu tienes la fórmula mágica para romper el hechizo de  tus padres y hacer que tu familia se libere de la  infelicidad de toda una vida. Sabes muy bien que el propósito de esta vida se simplifica en amar,  amarte a ti mismo y amar a tus seres queridos.
Tendrás una labor muy importante de hoy en adelante, te costará trabajo los primeros días pero después sin darte cuenta lo practicarás todos los días de tu vida con mucha alegría y satisfacción, porque tú eres un ser de luz y de amor. Todos los días abrazarás a tus padres, les darás muchos besitos, les dirás que los quieres mucho, en ocasiones los despertarás con un beso, harás dibujos en donde estén todos juntos y felices y cuando aprendas a escribir, les escribirás cuánto los  amas.
Míralos a los ojos, toma sus manos  con tus  manitas y llévalas  a su corazón, diles que te gustaría vivir en su corazón y dales  muchos abrazos, hazles cosquillas en la barriga para que sonrían, regálales un dulce, cántales una canción de tu escuela, regálales una sonrisa y un te Amo, un  te Extraño, que Dios los cuide.
Poco a poco cambiarán, su corazón empezará a reaccionar, su niño interior despertará, estará cuidado por ti, su niño interior también querrá jugar contigo, te abrazará, te amará todos se cuidarán, reirán jugarán bailarán, brincarán de felicidad y habrás encontrado el verdadero propósito de tu vida que es Amar y habrás salvado a tu familia de la tristeza y del miedo”



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