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domingo, 31 de agosto de 2014

LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD

Nicolás era un excéntrico millonario que había heredado la abundante fortuna de sus abuelos, personas que sacrificaron sus vidas para crear de la nada,  un imperio de empresas que esclavizaron sus cuerpos y almas. Por muchos  años  trabajaron  largas jornadas de más de diecisiete  horas al día, esforzándose  con un solo fin, que era el de acumular riquezas sin saber exactamente para qué.  Después de algunos años, ambos abuelos murieron no muy grandes por una enfermedad y  sin saber cuanta riqueza habían acumulado. Su fortuna no pudo aliviar el sufrimiento de dolores intensos  a causa de su enfermedad,  hasta que la vida les cobro cada moneda que les había hecho ganar, por no dejar fluir lo que ya tenían acumulado, debiendo  compartir sus riquezas con los más necesitados,  porque hay que dar para recibir, hay que recibir para dar; si  el universo nos  da   luz, oxigeno, energía, agua, alimento, sol, miles de alegrías, paisajes, padres, hijos, amores, ¿nosotros que damos? 

Pasaron los años y un día Nicolás  perdió  a sus padres en un accidente,  quedándose al frente  de un grupo  de empresas  firmemente prósperas, y con gente de confianza que manejaba las finanzas de todos los negocios. Una parte de su vida estaba completamente resuelta, ya que  ningún día de su vida tendría que preocuparse  por el dinero, pero la otra parte  estaba completamente vacía, desecha,  no le quedaba ningún familiar cercano que le brindara comprensión, cariño y apoyo. Nicolás estaba entre muchos dilemas existenciales, no  le encontraba ningún sentido a la vida, tenía el dinero suficiente para comprar casas, coches, viajes, y todo lo que pudiera imaginarse para tener momentos de felicidad, pero eran  momentos pasajeros, escurridizos que se desvanecían en la soledad  de su habitación por  las noches. Tuvo que caer en una fuerte depresión de varios meses para que un día  decidiera soltar  sus lamentos e ir en busca de  la verdad hasta el último rincón de la tierra.
Un día se dispuso a  dejar su vida de lujos y glamur, para embarcarse hacia  una vida de austeridad  y silencio,  tratando de encontrar su alma que había perdido en algún lugar del tiempo. Pero en su interior seguían surgiendo las mismas preguntas sin respuesta: ¿A dónde se habían ido sus seres queridos?, ¿Cuál era el sentido de la vida?, ¿Dónde podía encontrar la verdad? Y fue cuando decidió emprender un largo viaje por tierras del viejo oriente en busca de maestros espirituales para encontrar el  propósito y destino a su vida. 
Por fin había encontrado el Gurú que le diría donde encontrar la verdad de todas las cosas, y el maestro al conocer su procedencia, su antigua vida, y las razones por las cuales se interesaba en   encontrar respuestas a sus dilemas, aceptó  ayudarlo  sin esperar nada a cambio. Pero el maestro  le puso algunas condiciones  al alumno, lo pondría a prueba para saber si realmente sería capaz de cambiar su mentalidad capitalista, por una vida de austeridad y humildad   que vive  un asceta. El maestro le advirtió a Nicolás, que cada vez que criticara, juzgara, condenara, odiara, golpeara, o buscara venganza, se sometería a un castigo con valor  de un 10% de su fortuna, que regalaría a gente necesitada.
Primeramente harían un viaje a pueblos lejanos para encontrar la verdad de las cosas, los dos se prepararon para iniciar un largo viaje donde atravesarían acantilados, ríos, montañas hasta llegar a los pueblos humildes muy apartados de la civilización, pero antes tenían que acudir a la cárcel de la ciudad para visitar a un reo muy peligroso que había asesinado a toda su familia, y recoger  una carta muy importante. El maestro pidió a Nicolás que lo acompaña a conocer al reo, y así fue como Nicolás conoció al hombre y la terrible historia del condenado. Después de una pequeña conversación el reo pidió al maestro que entregara a sus padres,  una carta que les  había escrito; después salieron del lugar.


-Nicolás: Ese hombre es un asesino que no merece vivir, sería mejor que lo condenaran a cadena perpetua  pero a trabajos forzados,  para que sintiera el dolor que causo.
-Maestro: Esto que has dicho te costará algunos millones  que regalaras a personas necesitadas, porque has juzgado y condenado sin conocer la verdad.
El primer día de su viaje caminaron un par de horas hasta llegar a un pequeño pueblo, en donde su principal fuente de trabajo era la pesca. El maestro pidió prestada una pequeña lancha a unos antiguos amigos muy pobres, para cruzar el gran rio que tenía más de un kilómetro de ancho para continuar su camino. Los lugareños prestaron una pequeña lancha vieja que utilizaban para pescar,  con la condición   que la regresaran lo más pronto posible. Pero al llegar a la otra orilla del rio, el maestro empezó a perforar la lancha hasta hundirla, ya no habría forma de regresar.
-Nicolás: Maestro eso que usted acaba de hacer es monstruoso, la vieja lancha era la única herramienta de trabajo de esas personas pobres, y ahora como vamos a regresar.
-Maestro: Esta  será  tu segunda donación del diez por ciento de tu fortuna.
Ya estando del otro lado del rio continuaron su camino, y más adelante encontraron a dos asaltantes que al ver al maestro y a Nicolás, les robaron sus pertenencias. Pero Nicolás puso resistencia  y  golpeó  a uno de los  asaltantes, lo que ocasionó que  los dos malhechores atacaran a Nicolás, quitándole  lo poco que traía.
-Nicolás: Maestro porque se quedó con los brazos cruzados, sin intervenir.
-Maestro: Esta  será  tu tercera donación del diez por ciento de tu fortuna a gente pobre.
 Después de haber perdido el poco alimento que traían caminaron hasta el atardecer al siguiente poblado. Sin agua y con hambre tocaron varias pertas para perder agua y alimento, pero todas las personas al ver a un pobre maestro y un joven todo revolcado por una golpiza, tenían miedo de prestarles ayuda.
-Nicolás: No puede ser que esa gente tan miserable, no se compadezca de dos caminantes.
-Maestro: Estos serán tu cuarta donación del diez por ciento de tu fortuna a gente pobre.
Caminaron hasta las afuera el pueblo y encontraron una pequeña choza muy humilde, cuyos habitantes  les abrieron las puertas,  ofreciéndoles  agua, comida y un lugar donde pasar la noche. Ya en la plática los dueños de la pequeña casita advirtieron a los visitantes que tuvieran cuidado porque había muchos malhechores que estaban asaltando las casas del pueblo, y se presumía que eran personas del otro lado de la montaña.
Ya al amanecer continuaron su camino, para lo cual tenían que subir una montaña, que al final terminaba en un gran cañón, en donde existía un puente colgadizo que unía a los dos pueblos más cercanos. Y al atravesar el puente, el maestro empezó a cortar los lazos que soportaban el andamio hasta que el puente cayo al  precipicio destruyéndose por completo.
-Nicolás: Que ha hecho usted, era el camino más rápido de mucha gente.
-Maestro: Esta  será  tu quinta donación del diez por ciento de tu fortuna a gente pobre.
Continuaron su camino y después de varios kilómetros llegaron por fin a su destino que era el pueblo donde supuestamente salían los delincuentes que aterrorizaban a los pueblos cercanos, realmente era un pueblo mucho más pobre de los que habían conocido, en su mayoría eran agricultores pero las sequias actuales estaban haciendo pasar apuros a sus habitantes. Años atrás  trabajaban  las minas que eran propiedad de  caciques que explotaban a trabajos forzados a



la mayoría de los varones fuertes. En ese tiempo existieron muchos accidentes y muertes inexplicables de gente que se rehusaba a trabajar para los dueños de las minas. 
Tuvieron que visitar varias casas hasta encontrar a los padres del preso y entregarle la carta que llevaban.
Al llegar encontraron a  una pareja de ancianos muy pobres que vivían muy tristemente por las  condiciones precarias. Fueron muy bien recibidos, le proporcionaron, agua y alimento. Después los ancianos pidieron al maestro les leyera la carta de su hijo, porque la edad avanzada ya no les permitía  leer: “Mis amados padres: Les pido perdón por la pena que les causé, y quiero que sepan que también los perdono porque de pequeño nunca recibí muestras de cariño, y a los pocos años me mandaron a trabajar a las minas. Trabaje por  más de veinte años en las obscuras minas, hasta que un día enfermo me uní a un grupo de compañeros que pedíamos mejores condiciones de trabajo, y como yo era el que organizaba una huelga, me tendieron una trampa los mismos dueños de la mina, matando a mi familia y encarcelándome.
En ese momento todos callaron al saber la verdad, los ancianos se abrazaron y unieron su  llanto. Nicolás se arrepintió de haber juzgado al hijo preso, en ese momento el maestro se levantó y salió de la pequeña casa, mientras Nicolás prometía ayuda a los ancianos como a su hijo. Poco tiempo después se despidieron al ver cumplida la misión del maestro.
-Maestro: Aquí termina mi misión con mi amigo preso y contigo mi querido Nicolás.
-Nicolás: Maestro, estoy más confundido que antes, y usted no me ha enseñado nada, en ningún momento me ha dicho donde podré  encontrar la verdad.
-Maestro: Nadie tiene la verdad absoluta, y no la vas encontrar nunca allá fuera, en las cosas, ni en las personas. Para los ancianos su hijo era inocente, para ti era culpable. Yo destruí el puente para que los ladrones de este pueblo no azotaran a sus vecinos y tú me juzgaste como un loco. Los asaltantes que nos quitaron nuestras pertenencias posiblemente también habían sido trabajadores de las minas, que de pequeños no tuvieron una infancia y fueron vendidos como esclavos para trabajar en las minas, y ahora de mayores se dedican a asaltar porque en estas sequias no se puede sembrar la tierra. La verdad de estas personas es que la vida es injusta y tienen que buscar la forma de sobrevivir, y tu verdad es que son unos malhechores que necesitan ser golpeados y encarcelados. Y por último yo destruí la lancha de unos jóvenes conformistas que trabajaban en  la pesca con su pobre lancha vieja a punto de hundirse. Esa lancha era todo un peligro en las condiciones tan precarias  en  las que se encontraba. Ahora los pescadores tendrán que buscar la forma de remplazarla, son jóvenes y fuertes, y por la necesidad, estoy seguro que encontraran mejores oportunidades.   Y tú me juzgaste y me condenaste, esa era tu verdad, y la mía era otra. La única verdad que quieres encontrar esta en ti, está en tu corazón, deja de buscar y escucha tus corazonadas, escucha a tu intuición, y lo que te haga sentir bien, y sabrás  qué  es lo correcto;  tus decisiones no van a perjudicar a nadie, por el contrario, te  beneficiarán a ti y  a los demás, entonces esa es la verdad.
-Nicolás: Ya entendí, ahora mi verdad es no juzgar ni calificar a la gente. Dejaré de criticar y hacer juicios porque cada quien está viviendo sus propia realidad desde su propio punto de vista, con sus respectivos problemas. Y mi corazón me está diciendo que tengo que ayudar a esta pobre gente de alguna forma. ¿Pero dígame maestro como vamos a regresar? 
F I N.

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