El ciego ve con los ojos del alma, todo lo lleva a su imaginación.
Todo es un sueño de mil colores, formas y tamaños.
Sus manos tienen ojos que le dicen como son las
cosas,
No hay oscuridad, él lo ilumina con su lucha diaria.
Toda su confianza la depositan en Dios cada mañana.
Después de
largos meses de invierno y de sombríos días sin sol, sin darme cuenta si
era de día o de noche por permanecer encerrado en mi departamento evitando el
frío, abrigaba mi depresión
alimentándola con recuerdos melancólicos y pesimistas.
Pero un día llegó la primavera y sentí una
enorme necesidad de salir de mi letargo y caminar para estirar mis
músculos adormecidos; tomé mi bastón
me vestí con ropa ligera para poder sentir las caricias de los rayos del sol. Salí con dirección al parque, con el deseo de recorrer mi mundo mágico;
cada paso que daba, era suave como un
vals, pues yo silbaba un poco animado;
el viento cálido y sutil rosaba mis
mejillas. De pronto sentí los delicados
aleteos de una mariposa que parecía invitarme a sonreír.
Seguí
caminando y cuando llegué a la esquina antes de cruzar la gran avenida, escuché un constante ir y venir
de los autos; me detuve esperando
que un alma compasiva
quisiera ayudarme a cruzar, mientras tanto, seguía silbando en voz
baja, sabía que alguien llegaría a
ayudarme, claro que sí, y de pronto
escuché otro bastón que no era el mío, sentí que me tomaban del hombro:
- ¿Puedo
cruzar con usted la avenida?
- Por
supuesto que sí, contesté.
- Muchas
gracias, ¿y hacia dónde se dirige usted?
- Yo me
dirijo hacia mi trabajo, ¿y usted?
- ¿Yo voy
a caminar al parque pues el día está espléndido no cree usted?
- Por
supuesto que sí; hace un calor muy
agradable, y muy oportuno después de tanto frio.
Se escuchaba
el sonido de varios autos en marcha, tocando su claxon
impacientemente; después de unos instantes llegamos al otro lado.
- Muchas
gracias por haberme ayudado a cruzar, como verá
soy ciego; que Dios lo bendiga.
¡No lo podía creer ¡ que un ciego ayudara a otro ciego a cruzar
la calle.
Continué
caminando muy sorprendido y
conmovido. Al llegar al parque, busqué
la banca que está frente a la gran fuente, donde acostumbraba
meditar y alimentando a las palomas, me quedé sentado
por un buen rato.
Poco después, se escucharon los pasos de una persona
que se sentó a mi lado y ojeaba un
periódico:
- ¡Buenos
días! dije yo
- ¡Buenos
días! me contestó.
Y me
preguntó:
- ¿Dígame
cómo ve usted el cielo?, ¿piensa que va a llover?, ¿de casualidad no vio unas
llaves tiradas por aquí?, ¿vio pasar un par de niños en bicicleta?
- Y le
contesté:
- Pues el
cielo es de un azul hermoso con unos
matices rojizos, y en algunas partes
dorado cuando los rayos de sol atraviesan algunas aberturas entre las
nubes. Colores hermosos que encierran los misterios del cosmos; es como una
cortina que oculta la inmensidad del universo, siendo el cielo, nuestra verdadera casa que nos espera anhelante por vernos
regresar. El cielo es inmenso, caben
todas las almas de los hombres, ángeles y seres celestiales de la creación del
Todopoderoso; es donde llegan todas las plegarias, es el refugio de Dios, más no su casa, porque su casa está en
nuestros corazones.
Y el hombre dijo:
ehhh? .
Pero bueno, volviendo a
sus preguntas. Yo creo que esta tarde no
lloverá. Sus llaves me pareció escucharlas dentro de uno de los bolsillos,
busque usted de su lado derecho. Y sus niños en bicicleta dieron vuelta donde está el carrito de las
paletas, contesté sonriente.
Unos segundos después me
preguntó: ¿sabe qué hora es? Y yo levanté el cristal de mi reloj para palpar
sus manecillas y le dije: son las 2:45
Y él respondió:
- Ahhh muy
bien gracias. Se levantó y se marchó sin darse cuenta de que yo soy ciego.
Hay gente que aun teniendo la bendición de una vista
sana, no ve lo grandioso que enmarca sus días; su punto de vista gris, solo les
permite ver sus propios intereses
materiales, no distinguen el perfume de una rosa y el de un frasco de
aromatizante, porque no se toman un tiempo para contemplar la naturaleza; ven
el árbol, pero no el hogar de cientos de
aves, sienten el calor, pero no contemplan
la primavera que decora con flores, aromas y colores su esplendor; ven el cielo pero no el arcoíris, ven a un
niño pero no su inocencia, ven la belleza de la mujer no sus sentimientos; ven el amor que pasa frente a sus narices y
no se dan cuenta; ven la noche pero no
su luna ni sus estrellas; ven un paisaje, pero no observan la magia de
sus colores por la vida tan acelerada que llevan, solo distinguen problemas sin soluciones,
ven que se acerca la tempestad y no
toman precauciones, y continúan ignorando su entorno, chocando siempre con las
mismas paredes, con las mismas piedras dentro de sus zapatos, que lastiman pero se acostumbran a ellas,
negándose a sacarlas; caminan por la
vida como ciegos, perdidos en los vicios, en la monotonía, en los miedos, en la
infelicidad, en la intolerancia, en el egoísmo.
Nunca han visto un hermoso amanecer, una puesta de
sol, una lluvia de estrellas; están ciegos a los milagros del universo. Son
ciegos de vista cansada, indiferente y
arrogante.
Para los invidentes, sus manos son…. los ojos de su
imaginación, de su percepción.
FIN.
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