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jueves, 21 de agosto de 2014

¿QUIEN ES EL CIEGO?

El ciego ve con los ojos del alma, todo  lo lleva a su imaginación.
Todo es un sueño de mil colores, formas y tamaños.
Sus manos tienen ojos que le dicen como son las cosas,
No hay oscuridad, él lo ilumina con su lucha diaria.
Toda su confianza la depositan en Dios cada mañana.

Después de  largos meses de invierno y de sombríos días sin sol, sin darme cuenta si era de día o de noche por permanecer encerrado en mi departamento evitando el frío,  abrigaba mi depresión alimentándola con recuerdos melancólicos y pesimistas.
Pero un día llegó la primavera  y sentí una  enorme necesidad de salir de mi letargo y caminar para estirar  mis  músculos adormecidos; tomé mi bastón  me vestí  con  ropa ligera para poder sentir  las caricias de los rayos del sol. Salí  con dirección al parque,  con el deseo de recorrer mi mundo mágico; cada paso que daba,  era suave como un vals, pues yo silbaba  un poco animado; el viento  cálido y sutil rosaba mis mejillas. De pronto sentí  los delicados aleteos de una mariposa que parecía invitarme a sonreír.


Seguí  caminando y cuando llegué a la esquina antes de cruzar la  gran avenida, escuché un constante ir y venir de los autos; me detuve  esperando que  un alma  compasiva  quisiera ayudarme a cruzar, mientras tanto, seguía silbando en voz baja,  sabía que alguien llegaría a ayudarme, claro que sí,  y de pronto escuché otro bastón que no era el mío, sentí que me tomaban del  hombro:

-      ¿Puedo cruzar con usted  la avenida?
-      Por supuesto que sí, contesté.
-      Muchas gracias, ¿y hacia dónde se dirige usted?
-      Yo me dirijo hacia mi trabajo, ¿y usted?
-      ¿Yo voy a caminar al parque pues el día está espléndido no cree usted?
-      Por supuesto que sí;  hace un calor muy agradable, y  muy oportuno  después de tanto frio.

Se escuchaba  el sonido de varios autos en marcha, tocando su  claxon  impacientemente; después de unos instantes  llegamos al otro lado.
-      Muchas gracias por haberme ayudado a cruzar, como verá  soy ciego;  que Dios lo bendiga.

¡No lo podía creer ¡   que un ciego ayudara a otro ciego a cruzar la calle.
Continué  caminando muy sorprendido  y conmovido. Al llegar al parque, busqué  la banca que está frente a la gran fuente, donde acostumbraba meditar  y   alimentando a las palomas, me quedé sentado por un buen rato.
Poco después, se escucharon los pasos de una persona que se sentó a mi lado  y ojeaba un periódico:
-      ¡Buenos días! dije yo
-      ¡Buenos días! me contestó.

Y me preguntó:
-      ¿Dígame cómo ve usted el cielo?, ¿piensa que va a llover?, ¿de casualidad no vio unas llaves tiradas por aquí?, ¿vio pasar un par de niños en bicicleta?
-      Y le contesté:
-      Pues el cielo es de un  azul hermoso con unos matices rojizos, y en algunas partes  dorado cuando los rayos de sol atraviesan algunas aberturas entre las nubes. Colores hermosos que encierran los misterios del cosmos; es como una cortina que oculta la inmensidad del universo, siendo el cielo,  nuestra verdadera casa  que nos espera anhelante por vernos regresar.  El cielo es inmenso, caben todas las almas de los hombres, ángeles y seres celestiales de la creación del Todopoderoso; es donde llegan todas las plegarias, es el refugio de Dios,  más no su casa, porque su casa está en nuestros corazones.

Y el hombre dijo: ehhh?  .

Pero bueno, volviendo a sus preguntas. Yo creo que esta tarde  no lloverá. Sus llaves me pareció escucharlas dentro de uno de los bolsillos, busque usted de su lado derecho. Y sus niños en bicicleta  dieron vuelta donde está el carrito de las paletas, contesté sonriente.
Unos segundos después me preguntó: ¿sabe qué hora es? Y yo levanté el cristal de mi reloj para palpar sus manecillas y le dije: son las 2:45
Y él respondió:
 - Ahhh muy bien gracias. Se levantó y se marchó sin darse cuenta de que yo soy ciego.

Hay gente que aun teniendo la bendición de una vista sana, no ve lo grandioso que enmarca sus días; su punto de vista gris, solo les permite ver sus  propios intereses materiales, no distinguen el perfume de una rosa y el de un frasco de aromatizante, porque no se toman un tiempo para contemplar la naturaleza; ven el árbol,  pero no el hogar de cientos de aves, sienten el calor, pero no contemplan  la primavera que decora con flores, aromas  y colores su esplendor;  ven el cielo pero no el arcoíris, ven a un niño pero no su inocencia, ven la belleza de la mujer no sus sentimientos;  ven el amor que pasa frente a sus narices y no se dan cuenta;  ven la noche pero no su luna ni  sus estrellas;  ven un paisaje, pero no observan la magia de sus colores por la vida tan acelerada que llevan,  solo distinguen problemas sin soluciones, ven  que se acerca la tempestad y no toman precauciones, y continúan  ignorando su entorno, chocando siempre con las mismas paredes, con las mismas piedras dentro de sus zapatos,  que lastiman pero se acostumbran a ellas, negándose a sacarlas;  caminan por la vida como ciegos, perdidos en los vicios, en la monotonía, en los miedos, en la infelicidad, en la intolerancia, en el egoísmo.
Nunca han visto un hermoso amanecer, una puesta de sol, una lluvia de estrellas; están ciegos a los milagros del universo. Son ciegos de vista cansada,  indiferente y arrogante.
Para los invidentes, sus manos son…. los ojos de su imaginación, de su percepción.




FIN.

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