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jueves, 25 de diciembre de 2014

ILUMINA TU MENTE

La tormenta había cesado su furia por un momento, al parecer el pueblo estaba en el centro del huracán; los pronósticos del meteorológico fueron asertivos, pues  esa noche el huracán tocaría tierra y toda la gente del pueblo tendría que refugiarse en lo alto de la colina, donde se había construido un albergue para eventos extraordinarios. Un par de horas bastaron para inundar todo el pueblo. La corriente eléctrica se suspendió así como todo tipo de comunicación telefónica. Pasaba la media noche y  seguía cayendo una ligera llovizna; la obscuridad en las calles era total y absoluta, hasta las sombras temblaban de miedo cuando se irrumpía su densidad negra por los relámpagos que cruzaban los cielos. Mucha gente del pueblo y  su  alrededor  había tomado sus debidas precauciones, y se dirigieron al refugio,  antes que volviera la lluvia torrencial.

 En  el hotel del pueblo se había quedado  gente extranjera que no conocía los peligros, no sabían que a pocos  kilómetros del pueblo había una presa que ya rebasaba la capacidad permitida, y que existía la probabilidad que se desbordara,  provocando una catástrofe mayor para toda la gente que hubiera permanecido en el pueblo.
Eran más de veinte  los extranjeros que se habían quedado varados en el hotel, más el personal  del mismo hotel. Toda la gente estaba desesperada, era un caos en el hotel sin luz, con algunas ventanas rotas, el agua había entrado a algunas habitaciones, únicamente se alumbraban con  una lámpara de aceite. Hombres, mujeres y niños estaban completamente aterrados por el panorama de peligro que estaban viviendo.
- ¿Que vamos hacer? se preguntaba  la mayoría de los extranjeros, mientras el personal de seguridad intentaba  tranquilizarlos.
-Tenemos que aprovechar estos momentos  en que se detuvo la tempestad, para dirigirnos al refugio que se encuentra en la colina, ya sé que es muy peligroso, pero si nos quedamos en este lugar, no hay muchas posibilidades  de sobrevivir.
-Pero no se ha dado cuenta que la obscuridad es total, no se ve nada, además de  la neblina y la llovizna sería igual de peligroso.
-Si es muy peligroso, ninguno de nosotros sabría por dónde caminar, para llegar al refugio, usted nos podría guiar?.
-Claro que sí, yo nací en este pueblo, y se dónde queda el refugio, hay que caminar como 5 cuadras saliendo a la derecha, después dar vuelta  a la izquierda en la plaza, después un par de cuadras a la derecha, caminar por un camino de terracería 100 metros, cruzar al puente de madera que atraviesa  el rio y empezar a subir la colina para llegar al alberge.
-Usted estar loco, esa ser  una travesía imposible en esta obscuridad, si llevamos la lámpara de aceite, con el viento y la llovizna inmediatamente nosotros  quedar  inmóviles a medio camino.
-Si efectivamente es una idea descabellada e imposible, mejor nos quedaremos a rezar todos y haber que pasa. Pero esperen….. se me ocurre una idea….  frente al  hotel vive Don Jacinto, un hombre ciego y maduro,  en su juventud perdió la vista,  y siempre se le ve caminando por todo el pueblo, lo conoce como la palma de su mano,  lo hemos visto muy a menudo  caminar por las noches calurosas  de un lugar a otro para conservarse saludable y refrescarse un poco  y  siempre llega con bien a su casa;  los domingos va a  la iglesia que está al otro lado de pueblo, y ayuda al  sacerdote de la parroquia a llevar víveres que el padre pide a la comunidad católica, para llevarlos a los ancianos que ya no pueden caminar hasta sus humildes chozas,  que se localizan muy cerca del albergue que les comento.
-Esto ser una muy buena idea, pero usted creer que él  seguir  en su casa en estos momentos?
-Posiblemente si, él vive solo,  no tiene radio y creo que no hay forma de que se haya enterado de la llegada del huracán, ahora mismo iré a buscarlo con la lámpara de aceite.
Pasaron unos minutos, y efectivamente el vigilante regresó con Don Jacinto, dispuesto a ayudar a los extranjeros, e inmediatamente empezó a dar indicaciones.
-No debemos  perder más tiempo, todos nos amarraremos a esta soga por la cintura , yo iré al frente y caminaremos  despacio, tengan confianza en ustedes mismos, llegaremos bien, no se   preocupen,  este viaje yo lo hacía desde niño cuando podía ver, y en mi juventud seguía subiendo a las colinas para disfrutar de los amaneceres, y es una imagen que se me quedo muy  grabada en mi mente, les diré en dónde tenemos que dar vuelta a la izquierda, en dónde a la derecha, en dónde hay escalones y cuantos tienen que subir, en que momento cruzaremos el rio, se tienen que sujetar  con las dos manos muy fuerte, y después empezaremos a subir la colina, y una recomendación más  les voy a dar: No caigan en la desesperación, no quieran ver  en la obscuridad, sería mejor que cerraran los ojos, y empezaran a caminar muy lentamente, piensen que están caminando por  la ciudad más hermosa que conozcan, iluminen su mente, iluminen su corazón, visualicen una ciudad muy alumbrada, con calles llenas de tiendas con mucha gente feliz caminado a su alrededor, vean el cine, el teatro, el restaurante que está lleno de gente contenta, vayan tarareando una canción, si quieren platicar en el transcurso del camino, qué  es lo que ustedes están viendo, será de mucha ayuda para los demás, esto será un viaje mágico y milagroso, y al final llegaremos a un lugar  hermoso que nunca  habían imaginado. En lo alto de la colina nos espera un verdadero paraíso, la naturaleza esta radiante;  veremos el espectáculo más hermoso de la vida, en muchas ocasiones yo salgo de madrugada de mi casa y subo hasta la colina, y en un lugar muy especial me siento en  mi roca favorita, debajo de un árbol, a extasiarme de los colores que los  amaneceres me  ofrecen;  todavía los recuerdo y  los imagino frente a mí  y  con los ojos cerrados siento los primeros rayos del sol  tocando  mis parpados, mis mejillas, mi cuerpo entero y una estela de luz invade todo mi ser, y me imagino un sol brillante asomándose muy lentamente saliendo de las profundidades del mar;  sus aguas en ese momento antes de ser azules, son de un color oscuro y poco a poco se van convirtiendo en un azul fascinante poniéndose su collar hecho de olas blancas y espumosas, provocando que el cielo sonría junto con sus Ángeles.
Y así subieron cuesta arriba, sin darse cuenta, solo escuchaban la voz de Don Jacinto, contándoles tantas anécdotas, tantas experiencias de vida, cómo pudo superar su ceguera siendo tan joven, cómo fue víctima de la discriminación, cómo fue su vida con tantas limitaciones, tratándolo mucha gente con  desprecio y lástima, pero nunca se dio por vencido, un día soñó que un Ángel le hablaba y le decía: Dios te ama y quiere que vengas a hablar con Él, te espera mañana al amanecer en la colina, junto al árbol que has adoptado, ve,  no te arrepentirás. Y así fue y Dios lo bendijo mucho por su paciencia, por su nobleza y su amor por la gente,  que aunque lo ignoraban él  no se detenía a juzgar a nadie, solo quería ayudar a los más necesitados, porque pensaba: yo no puedo ver, pero tengo mis piernas, fuertes y saludables, mis manos, mis oídos, mi olfato, puedo comer de todo sin que me dañe y todo eso es una gran bendición y es suficiente para ser feliz, no tengo riquezas terrenales, tengo riquezas en mi corazón porque siento amor, siento paz, siento alegría, estoy muy saludable y todo esto me hace un hombre pleno y feliz, en paz conmigo mismo y con todo lo que me rodea.
Don Jacinto mantuvo muy atentas y unidas a todas las personas que llevaba a la colina, que cuando llegaron al refugio, le agradecieron mucho por haberlos salvado. Al llegar al refugio inmediatamente les ofrecieron una taza de té caliente y se sentaron a su alrededor, para seguir escuchando sus historias fascinantes y  esperar al alba para contemplar las maravillas que prometió Don Jacinto que disfrutarían.


FIN.

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