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miércoles, 17 de diciembre de 2014

LA CARTA A SANTA CLAUS

Dios contemplaba a un grupo de pequeños ángeles que jugaban en su propio castillo de nubes que ellos mismos habían creado. Su inteligencia y creatividad les permitía inventar  más e interesantes juegos que ellos mismos ponían a prueba.
Fue entonces que Dios  mandó llamar a ese  grupo de angelitos, para que realizaran una tarea muy hermosa para la humanidad:
-Dios: Angelitos míos, como ustedes sabrán, la navidad es una de las fechas más maravillosas y hermosas del año para la mayoría de las personas en la  tierra, ya que es una época para compartir, para unir los lazos desprendidos que algún día fueron uno solo, para sanar  las viejas cicatrices, rencillas y  odios mediante el perdón  llenando los corazones de dicha, jubilo, de amor, y mucha felicidad porque no están solos, me tienen a mí y se tienen unos a otros.  Yo junto con mis ángeles, y con las personas en la tierra somos uno, y así  será siempre, no solo en navidad.

-Dios: Y como ustedes son angelitos muy juguetones y creativos, su misión será ayudar a los niños a escribir sus cartas para Santa Claus, pero ésta vez será diferente, entrarán en los sueños de los niños y les pedirán que escriban dos cartas, una para Santa Claus pidiendo sus respectivos juguetes, y una segunda carta dirigida a sus padres, donde les hagan saber qué les gustaría recibir de ellos, algo que no se compre. Los niños deberán decidirse por una de las dos cartas, la de  Santa Claus ó la que va dirigida a sus padres, quienes deberán estar enterados  de todo lo que pidieron en ambas cartas. Quiero que les hagan saber a los niños,  que Yo su Dios con la  ayuda de Santa Claus les concederemos sus peticiones  de  la carta que hayan elegido.
Y así fue como en cada rincón del mundo muchos niños realizaron dos cartas, una pidiéndole a Santa Claus juguetes y una segunda carta pidiéndoles a sus padres muchas cosas que no tenían, y que les gustaría tener, cosas no materiales, cosas que no están a la venta, que son más preciadas que todo el dinero del mundo. Al final fue una de las mejores navidades, porque la mayoría de los niños prefirieron mandar su segunda carta a sus padres:
“Queridos Padres míos, esta vez no le pediré juguetes a Santa Claus, no quiero el juguete más caro para entretenerme  horas y horas encerrado en mi mundo y pueda dejarlos en paz con su tiempo. Esta vez  no quiero jugar con mis hermanos y amigos solamente, quiero jugar con ustedes algunos juegos de mesa, ó una cascarita en el parque,  que me dediquen más de su tiempo, salir al parque a correr y reír, quiero Amor, Respeto, Tolerancia y Justicia. No solo debo tener obligaciones de ser un  niño bueno y sacar buenas calificaciones, también tengo el derecho a ser feliz, a convivir  en armonía con ustedes, que me abracen, que me dediquen no solo unos minutos de su tiempo porque ya se les hace tarde; yo quiero que se interesen más por mis cosas, mis preocupaciones, mis miedos, mis ilusiones, que me escuchen, quiero más de su amor. También quiero verlos reír, correr, abrazar, hacer travesuras, ser una familia muy  unida y feliz”.

F I N .     

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