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jueves, 25 de diciembre de 2014

LA BRUJITA FIDENCIA

En las afueras del pueblo un poco alejada del ajetreo de la gente, se encontraba una  casita que en su tiempo fue muy linda, con sus dos pequeñas ventanas, una de cada lado de la puerta principal, su tejado era  de barro y su chimenea  era realmente hermosa como sacada de un cuento de hadas. Su chimenea ya hacía tiempo que no despedía humo; las ventanas ya no se abrían, el tejado y las paredes  estaban cubiertas  por enredaderas.
Por  mucho tiempo la chimenea despedía grandes cantidades de humo a todas horas, y era la prueba  de que se  estaban  preparando pociones mágicas para  atraer el amor y conseguir al tan esperado príncipe azul, pero ya habían pasado muchos años sin haber logrado el éxito anhelado y la brujita  Fidencia  cuando notó que aparecían  sus primeras canas,  se dio por vencida y dejo de preparar sus pociones mágicas; ya cansada no sabía que sería de su vida.


Recordaba que todas sus amigas, otras brujitas de su misma generación,  habían obtenido la   poción mágica y lograron encontrar a su príncipe azul, no como realmente lo deseaban pero a fin de cuentas se les concedió.
Y acordándose de cada una de sus amigas, no sentía  envidia de ellas  por haber  logrado encontrar a una pareja, sino por el contrario sentía  dolor, ya que  ninguna de ellas  vivía con la felicidad plena, por ejemplo su amiga Marychú había logrado encontrar una poción mágica con ancas de rana, ojos de mosca, un pelo de iguana, unas gotas de sangre de armadillo, y muchos ingredientes más, y con sus palabras mágicas y su gran deseo,  logró transformar  a un sapo en su príncipe azul, pero lo que tenía de hermoso, lo tenía de resbaloso, pues  coqueteaba con cualquier araña patona, y se comía a toda mosca que pasara por sus narices.
 Su otra amiga Lucrecia desarrolló  una poción con muchas raíces de hierbas  de cementerio, escamas de camaleón, alitas rostizadas de murciélago, corazón de búho de Transilvania, y diez gotas de sangre de cocodrilo africano empedernido, y gracias a sus conjuros que repitió por 30 días, logró atraer a un Conde de refinada clase, y de vestiduras muy  elegantes, fue la envidia de muchas brujas, pues era realmente un hombre muy apuesto, y al final la brujita Lucrecia  se casó con su Conde, pero con el tiempo se acabó el  encanto y su esposo empezó a ausentarse  todas las noches, salía a cazar victimas para chuparles la sangre, se reunía con sus amigotes y regresaba muy borracho a su casa.
Otra amiga brujita de nombre Maruka, siempre deseo un hombre grande, guapo, varonil, de mirada profunda,  y efectivamente lo consiguió con su poción mágica de colmillos de lobo, bigotes de gato amarillo, caracoles panteoneros, garras de oso panzón, y muchas especies al gusto, y así encontró  la receta mágica para atraer a su vida a  un hombre alto, de un físico muy atlético, y hermoso, de pelo en pecho y la brujita lo amo tanto porque así lo soñó desde un principio, pero en las noches de luna llena su príncipe se transformaba en hombre lobo,  que enloquecía y  golpeaba  los árboles. Sus amigas las  brujitas la vieron muy afligida y le aconsejaron dejar a  ese hombre, pero ella nunca aceptó,  pues lo amaba demasiado.
Su otra amiga Nikita, logró encontrar a su verdadero amor, quien  la amaba y  respetaba regalándole  muy a menudo hermosas  rosas, también  le escribía  poemas de amor. Ella mezcló en su tina,  manos de chango morongo, patas de canguro petacón, corazón de paloma desplumada, ojos de venado correlón, y muchas cosas más hasta crear al  Frankenstein de sus sueños, un verdadero monstruo  horrible pero de nobles sentimientos, y la brujita Nikita lo amó de verdad, pero el gran problema era que su Frankenstein sufría de todas sus articulaciones y no podía moverse, pero a la brujita no le importó y lo siguió  cuidando como si fuera su hijo.
Y varias de sus amigas brujitas corrieron con la misma suerte, tanta era su desesperación por encontrar al ser amado, que lo gritaban a los cuatro vientos, y todo pretendiente de nobles sentimientos salía despavorido al ver tan  hermosas brujitas,  utilizar  sus encantos y hechizos para someter en contra de su voluntad a sus pretendientes. Eran verdaderas muñecas de cabellos dorados, maniquíes sin corazón de hermosos vestidos pero que ocultaban a unas horrendas brujas de narices en forma de gancho con su respectiva verruga en forma de mosca apachurrada.
Pero nuestra amiga la brujita Fidencia, al ver la suerte de sus amigas, y el fracaso de su vida, pues tampoco pudo encontrar el verdadero amor con sus hechizos, reconoció que no existía pócima perfecta  para controlar y manipular los corazones de los hombres. Y desde entonces decidió hacer un gran cambio en su vida, se arrepintió de todo el daño que causó a muchos hombres, pidió perdón desde el fondo de su corazón, se deshizo de todos sus amuletos, quemó todas sus recetas, rompió sus grandes calderos y todos  sus  frascos de ingredientes que utilizaba en sus pócimas; abrió de nuevo sus ventanas, arrancó  las  enredaderas que cubrían su casa, pinto su casita, sembró tulipanes de muchos colores, y desde entonces  solo sale humo blanco de su chimenea debido al pollo frito  al cilantro  que se prepara receta de su tataratataratatara abuela.
No le importaba estar sola, se dio cuenta que todo lo que sembraba en su jardín crecía sin esfuerzo alguno, dando hermosas flores y jugosos frutos. La brujita Fidencia ya no utilizaba sus largos vestidos negros, sus vestimentas ahora eran claros y frescos como su sonrisa; le gustaba cantar a todas horas en su casita  y también  cuando muy de mañanita  se paseaba por el bosque, y muchos animalitos silvestres le hacían compañía en su camino, disfrutando de sus momentos  plenos, regocijándose con  los amaneceres primaverales. Su corazón se deleitaba al verse rodeada de sus amigos del bosque, y de la belleza de la naturaleza que envolvía su hermosa casa. Ahora se dedicaba a hornear pasteles de frutas que perfumaban  todo el bosque, y con el tiempo muchos caminantes que pasaban frente a su casa, ya sabían que en esa hermosa casa vivía una ex brujita  que regalaba rebanadas de pastel, dulces a los niños que jugaban por los alrededores, ofrecía agua a los caminantes sin pedir nada a cambio, se hizo famosa y muchos la buscaban para que les vendiera de sus exquisitos pasteles. Un buen  día tocó a su puerta el amor, para entonces ella era todo amor, toda dulzura,  se amaba a sí misma, era  feliz y agradecida con  la vida, y en esos momentos ella no estaba buscando ningún pretendiente, pero como si fuera la miel de las flores que atrae a las abejas y mariposas, así fue como atrajo un verdadero amor hasta las puertas de su casa, y lo recibió sin pedir nada a cambio, sin ningún tipo de  magia , simplemente con  la  luz  interior de sus encantos, atrajo a su vida al  verdadero amor incondicional.      
Se dio cuenta que sus amigas las brujitas en sus corazones guardaban muchas envidias, venenos, maldad, y el deseo de poder manipular a los hombres;  ellas estaban vibrando en una frecuencia de maldad, y lo único que lograron fue  encontrar parejas afines a su malicia,  atrayendo a monstruos que les hicieron pasar muy malos momentos.


F I N.

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