¿Por qué existe tanta maldad en
el mundo?, ¿Por qué existe la delincuencia y el crimen organizado?, ¿Por qué
Dios no termina con el mal? Si Dios se decidiera a terminar con el mal, lo
podría hacer en cualquier momento, pero destruiría a millones de personas, tal
vez a mí y a ti también. Porque el mal está en muchas partes, está a nuestro
alrededor, en los lugares que yo veo, yo creo, yo condeno, pero tal vez también
esté dentro de mí, y dentro de ti.
¿Qué papel estamos representando en lo que
acontece en nuestro mundo?, ¿criticamos?, ¿juzgamos?, ¿condenamos el mal?, ¿Bendecimos o maldecimos a nuestro enemigo?
¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre nosotros?
¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de nosotros mismos? Deseamos algo que tiene el otro, si no está a nuestro alcance
condenamos al que lo tiene. Si luchamos sin conseguirlo, maldecimos al que lo
posee, y algunos otros toman lo que no
les pertenece, dinero, cosas materiales, poder, a las personas mismas. “No tienen, porque no piden. Y
cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer
sus propias pasiones”. Santiago.4:1-3