Siembra todos los días amor, y
riega cada día con amabilidad y
agradecimiento esperando al alba para
recoger los frutos más dulces y saludables que fortalecerán tu vida.
Porque ¿cómo pueden algunas personas esperar cosechar salud, felicidad, amor,
prosperidad, si todo el tiempo maldicen la tierra en que les toco vivir,
abusando y maltratando a tanta gente que les rodea?.
¿ Y tú cómo puedes seguir
esperando una vida exitosa y feliz, si todo el tiempo estas criticando,
juzgando, engañando, tomando lo que no te pertenece y lastimando a otras
personas?.
Por sus frutos los
conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No
puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo
árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus
frutos los conoceréis." (Mat 7:15-20)
Hay una ley de causa y efecto, de
acción y consecuencia, a toda causa le seguirá un efecto tarde o temprano sin
que nadie se quede sin recibir lo que le
corresponde por sus actos. Muchos se preguntan por qué Dios les envía tales
castigos, sin darse cuenta que provienen de sus propios actos malos de tiempo atrás, incluso de vidas pasadas. Muchos se debaten en
conjeturas erróneas por las calamidades que surgen en sus vidas, y luchan a
toda costa por desaparecer sus males. Algunas personas intentan corregir sus consecuencias,
sus efectos sin mirar sus causas. No pueden cambiar sus consecuencias, si no eliminan
de raíz sus causas; no pueden
cambiar el sabor amargo del fruto ya maduro y podrido. Una persona enferma se
podrá curar momentáneamente con una pastilla mágica, pero si no cambia de raíz
sus emociones negativas, de rabia, venganzas, culpas, odios, y temores, la enfermedad regresará de la misma
manera o en otra parte del cuerpo. Hay que regresar a nuestro jardín cortar y echar al fuego todo árbol torcido
que no da buenos frutos, empezar a sembrar nuevas semillas con
mejores pensamientos, con sentimientos más nobles, para que surjan nuevos y
mejores frutos dulces, que serán regados todos los días con sonrisas,
bendiciones, abrazos, y mucho amor, hasta que nuestro jardín luzca esplendoroso como una primavera eterna de
gracia, dicha y felicidad.
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