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martes, 18 de noviembre de 2014

SIEMBRA TU PROPIO JARDÍN

Siembra todos los días amor, y riega cada día  con amabilidad y agradecimiento  esperando al alba para recoger  los frutos más dulces y  saludables que fortalecerán tu vida.
Porque  ¿cómo pueden algunas personas  esperar cosechar salud, felicidad, amor, prosperidad, si todo el tiempo maldicen  la tierra en que les  toco vivir,  abusando  y maltratando  a tanta  gente que les rodea?.
¿ Y tú cómo puedes seguir esperando una vida exitosa y feliz, si todo el tiempo estas criticando, juzgando, engañando, tomando lo que no te pertenece y lastimando a otras personas?.
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis." (Mat 7:15-20)


Hay una ley de causa y efecto, de acción y consecuencia, a toda causa le seguirá un efecto tarde o temprano sin que nadie se quede sin recibir  lo que le corresponde por sus actos. Muchos se preguntan por qué Dios les envía tales castigos, sin darse cuenta que provienen de sus propios  actos malos de tiempo atrás, incluso  de vidas pasadas. Muchos se debaten en conjeturas erróneas por las calamidades que surgen en sus vidas, y luchan a toda costa por desaparecer sus males. Algunas  personas intentan corregir sus consecuencias, sus efectos sin mirar sus causas. No pueden cambiar sus consecuencias, si  no eliminan  de raíz sus causas;  no pueden cambiar el sabor amargo del fruto ya maduro y podrido. Una persona enferma se podrá curar momentáneamente con una pastilla mágica, pero si no cambia de raíz sus emociones negativas, de rabia, venganzas, culpas, odios, y  temores, la enfermedad regresará de la misma manera o en otra parte del cuerpo. Hay que regresar a nuestro jardín  cortar y echar al fuego todo árbol torcido que no da  buenos frutos,   empezar a sembrar nuevas semillas con mejores pensamientos, con sentimientos más nobles, para que surjan nuevos y mejores frutos dulces, que serán regados todos los días con sonrisas, bendiciones, abrazos, y mucho amor, hasta que nuestro jardín luzca  esplendoroso como una primavera eterna de gracia, dicha y felicidad.

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