Ser manso no significa ser débil, sino
comportarse con bondad y gentileza.
Hay que aprender a no echarle la
culpa al otro, primero ponte en el lugar del otro para poder ver la paja que
hay en tu propio ojo. Mateo 5:22 NO LE
DES TERRENO AL DIABLO, NO DIGAS: ES QUE EL ME HIZO AQUELLO; ES QUE MI ESPOSA DIJO; ES QUE MI HERMANO LO TIENE QUE HACER. CON LO
QUE DICES YA ESTAS DANDO LUGAR A UN
JUICIO PARA QUE EL DIABLO SE ENTROMETA.
Aquel que
posee la virtud de la dulzura interior,
es quien no hace violencia alguna; es el hombre virtuoso en el arte de vivir, el
hombre gentil, cortes y justo que
perdona sin juicio alguno, y por lo
tanto no tiene enemigos ni victimarios que lo molesten, porque nunca ha dado
motivos para crear discordia, sino todo
lo contrario, vive en la protección de la mano de Dios, vive en la abundancia
de la buenaventura.
Efesios 4:1-4. “Yo pues preso en el Señor os ruego que
andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda
humildad y MANSEDUMBRE, soportándoos los unos a los otros en amor, solícitos en
guardar la humildad del espíritu en el vínculo de la paz, un cuerpo y un
Espíritu, como también fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra
vocación”.
Jesucristo no quiere que lo adoremos, Él quiere que
lo imitemos, es el mejor
ejemplo de vivir en la mansedumbre es dar el paso hacia atrás cuando estamos a
punto de querer luchar con la fuerza irracional de un animal embravecido, es
controlar nuestro ser vengativo y colérico queriendo tomar la justicia por
nuestra propia mano. El ser manso y
humilde es invitado en serenidad y mansedumbre a ser dueños de la realidad, de
esa compleja realidad que somos nosotros mismos. Los mansos de corazón poseen
la tierra, dice la Bienaventuranza, en realidad de la tierra de la que se habla
es el concierto de nuestra más compleja realidad. Quien es dueño de sí mismo,
es dueño de toda la realidad, quien sabe ser dueño de sus propios actos es
capaz de ser señor de todo lo que rodea y la vida hace su voluntad.
El apóstol Pablo enseñó que la mansedumbre
es uno de los frutos del Espíritu, por consiguiente,
puede lograrse más fácilmente si “vivimos por el Espíritu”. Para vivir por el
Espíritu, nuestro estilo de vida debe reflejar rectitud ante el Señor y ante
nuestros hermanos.
Manso y humilde es el valiente que pone la
otra mejilla ante su agresor y al final alcanzara la paz de cielo, cobarde es
el que mata y viola los derechos de los demás, y al final alcanzara la guerra y
el infierno. EL que goza de la mansedumbre se libera de toda esclavitud, y
también libera al victimario que tenía preso en su vida, cuando consideraba que
merecía un castigo, cuando veía en su pareja un agresor, cuando culpaba a su
prójimo por sus desventuras. En donde
había un viejo odio ahora hay un nuevo amor, porque se ha perdonado, dejaron de
existir los victimarios y victimas, no hay pecadores, tan solo seres que no
sabían lo que hacían, ya lo dijo Jesucristo.
Mateo 11:28-30 »Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo
les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo
soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma, porque
mi yugo es suave y mi carga es liviana.
Bienaventurados los que tienen hambre y
sed de justicia, pues ellos serán saciados.…
Ser mansos y humildes de corazón,
y el mundo se rendirá a sus pies, dominará al mundo y se ganará el cielo. La palabra nos dice en Cristo, “Aprendan
de mí, que soy manso y humilde de corazón”, porque perdonó al que lo azotó, al que lo traiciono,
al que lo crucifico, y al final ascendió al cielo.
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