Un
grupo de pastorcitos estaba cuidando a las ovejas en aquella noche fresca tranquila
y silenciosa; pero su paz no era total, porque su padre se había quedado en su
casa esa noche a cuidar a su madre enferma. Eran tan pobres que no tenían
recursos para llevarla con un médico, ya que las ovejas que cuidaban no les
pertenecían, realmente eran propiedad de un hombre rico del pueblo, solamente
recibían unas cuantas monedas por llevarlas a pastar. Mientras continuaban con sus planes de reunir
el dinero suficiente para sus padres, los pastorcitos se recostaron sobre los
pastizales contemplando las estrellas de la noche, cuando de pronto vieron pasar un cometa fugaz que iba dejando a
su paso, una estela de luz muy brillante que parecía caer del otro lado de la montaña.
Sorprendidos por el espectáculo pensaron que eran buenas señales, y en ese
momento un Ángel del Señor se les presento:
-No
temáis. Mirad, os doy una buena noticia, una grande alegría para todos los
pueblos: “Hoy os ha nacido en Belén el Salvador, el Mesías, el Rey de Reyes.
Esto os servirá de señal. Encontraréis un niño envuelto en pañales y recostado
sobre un pesebre. Y al instante muchos Ángeles se dejaron ver diciendo: “Gloria
a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que Él ama” Tendrán que
llegar hasta donde ha nacido el Mesías para adorarlo, y en el camino anunciar a
toda la gente que encuentren de quien les dio este mensaje, y donde encontraran
al Rey de Reyes.
-Pero
no podemos dejar a nuestras ovejas, se podrían perder, tendríamos problemas con
el dueño.
-No
os preocupéis, estarán bien cuidadas, y por tu madre no te preocupes, que esta
noche muchos enfermos ya han sanado,
porque ha llegado la Gloria de nuestro Salvador.
Cuando
los Ángeles desaparecieron, los pastorcitos comenzaron la caminata hacia Belén
para estar al lado del Salvador. En el camino tuvieron que pasar por varias
casas anunciando el mensaje de los Ángeles; también a la entrada del pueblo a
toda persona comunicaban lo sucedido.
Y
efectivamente al lado de la posada había una pequeña cueva y algo mágico estaba
pasando en ese lugar porque había una luz natural muy resplandeciente que
iluminaba el lugar. Miles de Ángeles celestiales cantaban en el cielo
"Gloria a Dios en las alturas y en la tierra Paz, buena voluntad para con
los hombres". De esta
manera los pastores llegaron al establo
y se encontraron con María, José y un bebé muy especial envuelto en
sencillas mantas en una cunita hecha de paja, tal cual se los había descrito el
Ángel. Los pastores se
arrodillaron ante el niño y lo adoraron, y les contaron a María y a José lo que
les había ocurrido aquella noche en la colina, y el anuncio del Ángel.
Aquella
noche, en el cielo había nació una estrella que
iluminaba más que las demás y se situó encima del lugar donde estaba el niño
Jesús. Poco después llegaron tres sabios astrólogos de Oriente, llamados
Melchor, Gaspar y Baltasar, llegaron
allí con gran alegría y vieron al niño con su madre María, y sin dudarlo se
arrodillaron ante Él para adorarlo,
abrieron sus tesoros para ofrecerle sus regalos, el Oro, el Incienso y
La Mirra. Sabían que esa estrella significaba que un nuevo Rey había
nacido. También mucha gente de varios lados había llegado a presenciar el
milagro, con la esperanza de que el Salvador guiara sus vidas.
Al
día siguiente los pastorcitos regresaron a darles la noticia a sus padres, y
vieron a su madre completamente sana de sus dolencias. Pero su padre no creyó
tal historia, y solo se concretó a preguntar por las ovejas, porque alguien se
tendría que haber quedado a cuidarlas hasta que llegara su padre para poder
regresárselas a su dueño. Inmediatamente los dos pastorcitos regresaron
corriendo al monte para saber qué había sucedido con las ovejas, recorrieron
gran extensión de lugares sin encontrar rastro alguno. Ya cansados y
preocupados por lo que les esperaba, se sentaron en lo alto de unas rocas, y
fue como vieron a los tres Reyes Magos, que iban en dirección a donde se
encontraban ellos. Cuando llegaron frente a ellos, estas fueron sus palabras:
-Amados
jóvenes: no se preocupen que los Ángeles de Dios nos hablaron sobre la labor
que hicieron de llevar su mensaje, y también del pequeño problema que tienen.
Primero quiero que sepan que como ustedes son unos niños buenos, cada año
recibirán un pequeño regalo en conmemoración del nacimiento del Niño Jesús por
parte de nosotros los Reyes Magos; ahora les daremos unas monedas de oro para que su padre crea lo que sucedió
en Belén, y puedan comprar sus propias ovejas. Y por las otras ovejas, no se preocupen, algunos Ángeles se encargaron
de cuidarlas, y las encontraran por aquel camino, donde se encuentra el pozo de
agua.
Fin.
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