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viernes, 28 de noviembre de 2014

UN CUENTO DE NAVIDAD

Un grupo de pastorcitos estaba cuidando a las ovejas en aquella noche fresca tranquila y silenciosa; pero su paz no era total, porque su padre se había quedado en su casa esa noche a cuidar a su madre enferma. Eran tan pobres que no tenían recursos para llevarla con un médico, ya que las ovejas que cuidaban no les pertenecían, realmente eran propiedad de un hombre rico del pueblo, solamente recibían unas cuantas monedas por llevarlas  a pastar.  Mientras continuaban con sus planes de reunir el dinero suficiente para sus padres, los pastorcitos se recostaron sobre los pastizales contemplando las estrellas de la noche, cuando de pronto  vieron pasar un cometa fugaz que iba dejando a su paso, una estela de luz muy brillante  que parecía caer del otro lado de la montaña. Sorprendidos por el espectáculo pensaron que eran buenas señales, y en ese momento un Ángel del Señor se les presento:

-No temáis. Mirad, os doy una buena noticia, una grande alegría para todos los pueblos: “Hoy os ha nacido en Belén el Salvador, el Mesías, el Rey de Reyes. Esto os servirá de señal. Encontraréis un niño envuelto en pañales y recostado sobre un pesebre. Y al instante muchos Ángeles se dejaron ver diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que Él ama” Tendrán que llegar hasta donde ha nacido el Mesías para adorarlo, y en el camino anunciar a toda la gente que encuentren de quien les dio este mensaje, y donde encontraran al Rey de Reyes.
-Pero no podemos dejar a nuestras ovejas, se podrían perder, tendríamos problemas con el dueño.
-No os preocupéis, estarán bien cuidadas, y por tu madre no te preocupes, que esta noche muchos enfermos ya  han sanado, porque ha llegado la Gloria de nuestro Salvador.
Cuando los Ángeles desaparecieron, los pastorcitos comenzaron la caminata hacia Belén para estar al lado del Salvador. En el camino tuvieron que pasar por varias casas anunciando el mensaje de los Ángeles; también a la entrada del pueblo a toda persona comunicaban lo sucedido.
Y efectivamente al lado de la posada había una pequeña cueva y algo mágico estaba pasando en ese lugar porque había una luz natural muy resplandeciente que iluminaba el lugar. Miles de Ángeles celestiales cantaban en el cielo "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra Paz, buena voluntad para con los hombres".  De esta manera los pastores llegaron al  establo y se encontraron con María, José y un bebé muy especial envuelto en sencillas mantas en una cunita hecha de paja, tal cual se los había descrito el Ángel. Los pastores se arrodillaron ante el niño y lo adoraron, y les contaron a María y a José lo que les había ocurrido aquella noche en la colina, y el anuncio del Ángel.

 Aquella noche, en el cielo había nació una estrella que iluminaba más que las demás y se situó encima del lugar donde estaba el niño Jesús. Poco después llegaron tres sabios astrólogos de Oriente, llamados Melchor, Gaspar y Baltasar, llegaron allí con gran alegría y vieron al niño con su madre María, y sin dudarlo se arrodillaron ante Él para adorarlo,  abrieron sus tesoros para ofrecerle sus regalos, el Oro, el Incienso y La Mirra. Sabían que esa estrella significaba que un nuevo Rey había nacido. También mucha gente de varios lados había llegado a presenciar el milagro, con la esperanza de que el Salvador guiara sus vidas.
Al día siguiente los pastorcitos regresaron a darles la noticia a sus padres, y vieron a su madre completamente sana de sus dolencias. Pero su padre no creyó tal historia, y solo se concretó a  preguntar por las ovejas, porque alguien se tendría que haber quedado a cuidarlas hasta que llegara su padre para poder regresárselas a su dueño. Inmediatamente los dos pastorcitos regresaron corriendo al monte para saber qué había sucedido con las ovejas, recorrieron gran extensión de lugares sin encontrar rastro alguno. Ya cansados y preocupados por lo que les esperaba, se sentaron en lo alto de unas rocas, y fue como vieron a los tres Reyes Magos, que iban en dirección a donde se encontraban ellos. Cuando llegaron frente a ellos, estas fueron sus palabras:
-Amados jóvenes: no se preocupen que los Ángeles de Dios nos hablaron sobre la labor que hicieron de llevar su mensaje, y también del pequeño problema que tienen. Primero quiero que sepan que como ustedes son unos niños buenos, cada año recibirán un pequeño regalo en conmemoración del nacimiento del Niño Jesús por parte de nosotros los Reyes Magos; ahora les daremos unas  monedas de oro para que su padre crea lo que sucedió en Belén, y puedan comprar sus propias ovejas. Y por las otras  ovejas, no se preocupen, algunos Ángeles se encargaron de cuidarlas, y las encontraran por aquel camino, donde se encuentra el pozo de agua.

Fin.

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