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sábado, 22 de noviembre de 2014

LA COHERENCIA

Ser coherente es pensar azul, decir azul, sentir azul, y hacer azul,  es decir ser conscientes de lo que decimos con respecto a lo que sentimos, y al final con  lo que hacemos. Al corazón le afecta mucho la hipocresía de las personas que lo engañan, cuando dicen querer algo y en verdad lo detestan, o cuando piden perdón y siguen odiando, o cuando aman algo y lo dejan ir; cuando se aferran a una relación tormentosa sin amor, cuando la mente dice SÍ y el corazón dice que NO, cuando el corazón se traga sus  emociones porque la mente egoísta así lo decide.

La coherencia es la perfecta armonía entre la mente y el corazón, es el entendimiento en una sola idea, propósito y emoción. Hay muchos corazones enfermos porque están recluidos en la ignorancia, en el abandono, y son utilizados como  obreros únicamente para bombear sangre, reprimiendo  muchas de sus emociones y provocando diversas enfermedades.  Alcanzar un estado de coherencia, es entrar en un estado de calma, de paz, pero a la vez de gozo y jubilo porque se hace lo que se quiere, lo que se ama, dejando de lado los juicios, las críticas, los odios, las dudas, los miedos y todas las discusiones tontas de una mente eufórica y estresada. Cuando entramos en un modo de calma, es más fácil  visualizar el estado de la realidad, los problemas se ven desde otra perspectiva, su dificultad se desvanece, mientras que la mente reconoce que hubo una exageración en dimensionar las situaciones a primera vista.  Ver la situación únicamente desde la miopía de la mente, es prolongar el conflicto, es encontrar una solución a medias, es cavar un hoyo para tapar otro hoyo, es beneficiar a algunos y afectar a otros por las decisiones de una mente terca y  egoísta que no escucha las razones del corazón, que lo sabe todo porque tiene la capacidad de conectarse con el corazón del Campo Magnético Universal, en donde existen todas las infinitas posibilidades para todo el mundo. La calma ayuda a regular el balance entre el corazón y la mente, es tranquilizar la emoción del estrés, por emociones más optimistas, en otras palabras es crear coherencia. Con el aumento de la coherencia, se promueven conexiones intuitivas con nuestros potenciales superiores para razonar con eficiencia y discernimiento e interactuar positivamente con las situaciones del día a día. La falta de alineación entre la mente y el corazón crea caos, estrés, ansiedad,  indecisión, frustración, enojo, y no ver con claridad la magnitud de la situación como sus posibles soluciones.

La lucha más importante del ser humano es la que libra consigo mismo. El apóstol Pablo, consciente de esto, dijo: «Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace sino el pecado que habita en mí» (Rom. 7: 18-20).

La coherencia trae dicha, júbilo, libertad de hacer lo que ama el corazón y avala la mente, es fortalecer el campo magnético de la persona, y conectarse con todo lo bueno del campo magnético del universo. La incoherencia es la total desarmonía, el caos, la enfermedad, la mente egoísta sabelotodo que no reconoce sus errores, es el corazón deprimido y entristecido que no entiende por qué la mente no utiliza su inteligencia pare ver la falsedad de sus verdades.  FIN.

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