Había una vez en un lugar muy cercano,
un pequeño grupo de lobos muy malos, que atacaba todas las granjas de la
región. Su platillo favorito eran las ovejas, pero decidieron atacar primero a las inocentes gallinas que fácilmente entraban
en pánico y eran presa fácil, pues armaban gran alboroto por cualquier amenaza
cierta o falsa. Los granjeros cansados y molestos por el continuo ataque a sus
gallinas, decidieron agruparse para acabar con los zorros que eran los “supuestos”
culpables del ataque a sus granjas. Tomaron pues sus armas y a sus perros de cacería para acabar con el enemigo.
Mientras tanto, los malvados lobos querían crear un caos en la región,
terminar con sus enemigos los zorros y tener el camino libre para llegar a las
ovejas que era su propósito final. Algunos lobos astutos se infiltraron entre los mismos perros para
acabar con los zorros, pero ningún
granjero se dio cuenta que el propio enemigo estaba entre sus filas; mientras en las granjas otro grupo
de lobos se disfrazaba de tiernas ovejas para cometer sus negras atrocidades. Esta historia todavía no llega a su final,
hasta que se den cuenta los granjeros que están
jugando el juego que los lobos quieren jugar, el de crear más violencia, más caos y tener libre el camino para sus obscuros
planes.
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