Ni
la paz, ni la felicidad se
pueden conseguir de manera
arrebatada. La búsqueda desesperada de nuestros deseos, es ilusoria,
escurridiza y se desvanece en nuestras
propias manos; desanimados y cansados, nos damos por vencidos, y en el sosiego,
en el silencio de pronto encontramos la paz, y después sin esperar nada,
aparecen los logros que deseábamos y la felicidad sale a nuestro encuentro,
siendo ella la que nos atrapa. Descubrimos
que no estaba afuera en las cosas materiales, estaba siendo reprimida en
nuestro interior.
La
paz, la felicidad y el amor verdadero,
son regalos del espíritu, no son algo que se pueda
comprar, conquistarse en el exterior, arrancar a la naturaleza, ó a la pareja,
la paz es la cualidad de nuestro ser, cuando nos rendimos al espíritu, estando
en armonía con nuestro propio corazón, sintiendo absoluta calma y sosiego,
dejando de perseguir cosas externas que nos definan con frivolidad. Si abandonáramos toda búsqueda de los deseos
superficiales y simplemente descansáramos en lo que somos, seres completos,
provistos de infinidad de facultades, dones y virtudes insospechadas,
tendríamos acceso inmediato a la paz y a
la felicidad que llegarían por
añadidura, ya que son un regalo para el espíritu, para abrir nuestra mente, nuestros ojos,
y nuestra conciencia, revelándonos que el amor siempre estuvo allí disponible
para nosotros, y que al quitar los
lastres que la mente se empeña en
arrastrar, nos sentiremos ligeros como el viento suave y fresco, como la
libertad para el alma, el conocimiento para el sabio y el amor para el hombre
compasivo.
Vive
y crea todo aquello que quisieras ser,
en nosotros palpita una fuerza sin límite, y esta escondida en la vida
cotidiana; todo lo que nos llega son
enseñanzas, experiencias, y no
hay que aprender lo que ya somos, sino que,
hay que ignorar lo que nos hicieron creer que somos; las creencias limitantes y restrictivas que
nos tatuaron en la mente, la sociedad,
las religiones, ó nuestros padres, han dirigido nuestro camino por mucho
tiempo, y nosotros a su vez, encaminamos por el mismo sendero a nuestros hijos.
Hay una gran responsabilidad de nosotros como padres, con respecto a nuestros
hijos, pues en los primeros años de su tierna vida, traicionamos
su pequeño ser, convirtiéndonos
en victimarios porque de igual manera fuimos programados con creencias
equivocadas, acusadoras, tendenciosas, temerosas, bloqueando su creatividad, su
imaginación, su valentía a desafiar lo desconocido, temiendo siempre “al que dirán” demostrando su dependencia al
dolor, perdiendo el contacto con su
propia esencia, para preocuparse porque deben de luchar para sobrevivir, pues
allá afuera hay un mundo terrorífico en
donde los más valientes, los que arrebatan, los que pisotean a los demás son
los que sobreviven, y algunos se vuelven
tiranos, victimarios, olvidándose de sus objetivos principales que son el amor,
la paz, y la felicidad.
En
el camino nos encontramos con
diferentes accesos, algunos nos dirigen
hacia la honestidad, generosidad,
lealtad, prudencia, etc. y muchos otros hacia hábitos destructivos, creando imperios
ficticios de relaciones compradas, de gente
sintéticas, adorando a dioses materiales que brillan como el oro,
llenando momentáneamente vacíos afectivos pero tarde o temprano se derrumban
dejando insatisfacciones porque nunca
llenan de amor verdadero al corazón.
Nacemos
como computadoras vírgenes, y somos
programados por los mayores, para
actuar de acuerdo a lo que se cree es lo correcto, y desechar lo que no es
aceptado por la sociedad. Estas creencias se graban en nuestro subconsciente, haciéndolo tierra fértil
para echar raíces y habitar de por vida en nuestra mente, con muchas ideas falsas de una sociedad controladora, pero que en
realidad son obstáculos para la
autonomía y libertad del ser creativo, valeroso y espiritual. “No corras, no toques eso, no llores, no te lo mereces,
eso no es para ti, no grites, eres un bueno para nada, todo te sale mal, si no obedeces la bruja te llevará etc.” Y cuando son jóvenes o adultos carecen de
iniciativa, de liderazgo, creatividad, ingenio, ó valentía, pidiendo oportunidades de
sobresalir, sin saber cómo resolver
problemas, ni tomar las mejores decisiones, prefiriendo esperar
la resolución de un superior, porque fueron educados de una manera
equivocada por unos padres controladores o ausentes.
¿Pero
cómo reprogramar las creencias limitantes que han vivido en nuestra mente por muchos años? Una es profesionalmente con
un psicólogo ó psicoanalista mediante terapias ó bien por medio del hipnotismo: una regresión
al momento de los hechos donde se sembró la idea, y cambiar la orden por
una más asertiva, optimista, y positiva. La ciencia está descubriendo que el
cerebro es muy maleable, que se pueden despertar neuronas dormidas, y crear
nuevas redes neuronales para formar distintas creencias. Las ideas anteriores y limitantes quedaran en el
olvido, no se borrarán, simplemente se dejaran de utilizar, generando solo
nuevos pensamientos. El subconsciente no tiene sentido del humor y todo se lo
cree; se puede inventar una nueva
convicción de la nada, y repetirla una y
otra vez, pensando que es una realidad,
hasta que el subconsciente termine
por aceptarlo convirtiendo ese pensamiento en una verdad absoluta.
De
tal manera que si algo deseas en tu vida, actúa, vive, habla, piensa
y visualízalo como si ya lo tuvieras, ámalo porque eso que tu amas terminará
amándote a ti.
Un
estudio reciente habla sobre: Cuando estamos a punto de comernos un
delicioso mago, primeramente percibimos
su exquisito aroma, luego admiramos su color, después nos deleitamos con su
dulzura y, en esos momentos el cerebro
enciende zonas neuronales activándose el
placer y deleite llenando todos
sus sentidos de alegría.
Renombrados
científicos hicieron un experimento asombroso: pidieron a uno de sus
colegas que cerrara sus ojos e imaginara que
estaba sentado frente a una mesa
en la cuál había un plato y sobre éste un grande, delicioso y jugoso
mango y que pensara que lo estaba
pelando lentamente, disfrutando de su aroma, color y textura
exquisita y le diera un gran mordisco,
entonces el cerebro de igual manera encendió las mismas zonas neuronales, y su
cuerpo inmediatamente generó hormonas del placer y felicidad llamadas
ENDORFINAS, SEROTONINAS y OXITOCINAS
sintiendo la sensación de la dulzura del
mango imaginario. De esta manera se está engañando al cerebro, él no sabe si es
real ó actuado.
Lo
mismo sucede cuando recordamos un momento traumático o de mucha felicidad, lo recreamos a detalle como
si lo estuviéramos viviendo, sintiendo nuevamente sus efectos de tal
manera, que el cuerpo y la mente reaccionan
fisiológicamente como el día en que lo experimentamos; la mente no distingue si estamos viviendo ó simplemente recordando un
hecho pasado, por tal motivo es importante controlar nuestros pensamientos
negativos de sucesos pasados porque estos pueden terminar en una enfermedad.
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