Cuento que el Niño Cuenta a sus Padres antes de irse a Dormir
Había una vez un jardín de niños donde existía magia, en donde todos
habían experimentado los milagros de los Ángeles. La pequeña escuela albergaba
un poco más de cien niños, todos gozaban de una salud perfecta, niños alegres y
traviesos, como a los Ángeles les gustaba que fueran, porque jugaban,
brincaban, reían, perdonaban, amaban y eran totalmente felices dentro de la
pequeña escuela. Aunque algunos dejaban de sonreír cuando eran recogidos por
sus padres para ser llevados a sus casas. La mayoría de los niños ya había
comprendido los verdaderos mensajes de amor, entendían a la perfección que sus
Ángeles guardianes los acompañarían a cualquier lado y durante su larga vida,
sin desampararlos en ningún momento.
Algunos niños habían llegado al jardín con problemas de salud, niños
maltratados, que no sabían reír, que sufrían pesadillas, que mojaban la cama,
niños con alergias, con asma, y otros traumas o enfermedades, que con el
tiempo iban sanando sin ningún
medicamento ni terapia alguna, sino simplemente con el hecho de ser felices en
un ambiente alegre, lejos de los temores, preocupaciones, discusiones, ó estrés
de los mayores.
Cuando llegaba un nuevo niño al Jardín, era muy bien recibido y acogido
por todos sus compañeros, de tal manera que se sintiera protegido y amado.
Inmediatamente los maestros los hacían sentir
como si estuvieran en el Reino Celestial, siendo todos los niños Ángeles del
cielo, e hijos de un solo padre, que jugaban, se cuidaban, protegían, y se
amaban todos entre sí.
Y a ciertas horas en la estancia de los niños, se dejaban los juegos,
diversiones y travesuras, para hablar sobre
los Ángeles, y en ese momento los
salones se iluminaban de una luz muy brillante, los niños experimentaban una dicha
inexplicable, una paz que en ningún otro lado jamás habían sentido, se impregnaba el salón de un aire mezclado de
alegría y amor, por la presencia de miles de Ángeles, porque se hablaría de los
Seres Celestiales de Luz; de sus orígenes, de sus rangos y dimensiones, de sus
tareas, de sus mensajes. Los niños y maestros
platicarían hechos reales, milagros, apariciones y mensajes que los
Ángeles les habían comunicado. Esas horas de clase para los alumnos eran
sanadoras, porque experimentaban en su piel y en su corazón el amor sublime de
estos seres incondicionales. Eran más de
cien niños contando sus vidas reales, y algunos
tenían ya varias historias, porque al momento de entrar en esa pequeña
escuela los niños abrían sus mentes y corazones, y empezaba la plática con sus
propios Ángeles de la guarda, y después
de cierto tiempo, lograban el contacto con sus Ángeles. Desde ese momento
llevaban el mensaje de amor y perdón a
sus familias y a toda la gente que les rodeaba, cambiando las discusiones, conflictos, temores y sufrimientos
de sus casas, por acuerdos, paz,
confianza y dicha.
Los alumnos se sentaban cómodamente para escuchar con atención,
mientras niños y maestros pasaban al
frente para contar sus
experiencias:
La maestra Cristina: -En una ocasión estaba yo en casa, en una noche
fría con una fuerte tormenta, cuando recibí la llamada de mi madre, diciéndome
que mi padre se encontraba muy enfermo y
que en su delirio mencionaba mi nombre y varias palabras más que nadie
entendía, inmediatamente tome mi coche y en medio de la tormenta viaje hacia la
salida del pueblo y pocos kilómetros antes de llegar a la casa de mis padres mi
auto se apagó sin motivo alguno, intenté ponerlo nuevamente en marcha sin poder
lograrlo y estaba yo sola, en la total oscuridad de la noche y la tempestad continuaba. Tuve que pasar la
noche dentro del auto, hasta que al amanecer un patrullero toco en la
ventanilla despertándome de inmediato, diciendo que a un kilómetro del lugar donde yo me encontraba, el puente
se había derrumbado por la tormenta y no había forma alguna de llegar al
pueblo, en ese momento logré
encender el coche sin ningún problema,
di vuelta para regresar a mi casa e inmediatamente llame a mi madre, quien me
comunicó que mi padre ya había amanecido
mejor, y que lo que había querido decir
anoche y que nadie entendía, era que no salieras de tu
casa en medio de la tormenta
porque era muy peligroso., en ese
momento entendí que un Ángel descompuso mi coche dos kilómetros antes de cruzar el puente para ponerme fuera de peligro.
-JOSE: En varias ocasiones
cuando mi padre salía a trabajar, se
despedía de nosotros con un emotivo abrazo y beso;
yo corría a la ventana para ver cómo se subía a su coche y se alejaba; lo llegué a ver de
lejos con la figura de una persona
sentada del lado del copiloto. Cuando
llegaba del trabajo corría para preguntarles a mi padre quien era esa persona,
y mi padre sorprendido, me decía que no existía tal persona, en esos momentos recordaba mi padre que todas
las mañanas al salir de la casa para ir al trabajo, oraba a Dios para que
cuidara a sus hijos y a su esposa, fue entonces que entendí que era su Ángel de
la guarda quien viajaba con él para protegerlo.
-PABLO: Recuerdo el invierno pasado, cuando cayó una tormenta de nieve
por la noche y al amanecer, el sol estaba radiante, inmediatamente salí con mi
hermana al jardín para hacer un muñeco de nieve y jugar lanzando bolas de
nieve. En ese momento pasaba un caminante por la calle, y sin darme cuenta
lance una bola de nieve por los aires que golpeó su cabeza, inmediatamente
corrí para ofrecerle disculpas, y él sonriendo me dijo que no había problema,
porque a él le encantaba ver a los niños felices, y nos dijo que
siguiéramos jugando hasta el atardecer, porque durante los siguientes dos días se presentaría una
terrible tormenta y nadie podría salir de sus casa. En esos momentos el
forastero continúo su camino, e inmediatamente entre a la casa para comentarles
lo sucedido a mis padres, porque querían
que fuéramos a visitar a los abuelos al día siguiente. Mis padres
inmediatamente salieron a buscar al forastero, pero grande fue nuestra sorpresa al ver que no había ninguna huella de los pasos del
forastero en la nieve, únicamente de los
zapatos de mi hermana y los míos. Entendí
entonces que había sido un Ángel
el que nos advirtió que no saliéramos de
viaje esos días, porque efectivamente cayó una fuerte tormenta por varios días
afectando todas las carreteras; mis papás mi hermana y yo dimos gracias al
Ángel forastero por su gran amor hacia mi familia.
F I N.
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