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jueves, 17 de julio de 2014

UN ÁNGEL DESCOMPUSO MI COCHE

Cuento que el Niño Cuenta a sus Padres antes de irse a Dormir


UN ÁNGEL DESCOMPUSO MI COCHE

Había una vez un jardín de niños donde existía magia, en donde todos habían experimentado los milagros de los Ángeles. La pequeña escuela albergaba un poco más de cien niños, todos gozaban de una salud perfecta, niños alegres y traviesos, como a los Ángeles les gustaba que fueran, porque jugaban, brincaban, reían, perdonaban, amaban y eran totalmente felices dentro de la pequeña escuela. Aunque algunos dejaban de sonreír cuando eran recogidos por sus padres para ser llevados a sus casas. La mayoría de los niños ya había comprendido los verdaderos mensajes de amor, entendían a la perfección que sus Ángeles guardianes los acompañarían a cualquier lado y durante su larga vida, sin desampararlos en ningún  momento.
Algunos niños habían llegado al jardín con problemas de salud, niños maltratados, que no sabían reír, que sufrían pesadillas, que mojaban la cama, niños con alergias, con asma, y otros traumas o enfermedades, que con el tiempo  iban sanando sin ningún medicamento ni terapia alguna, sino simplemente con el hecho de ser felices en un ambiente alegre, lejos de los temores, preocupaciones, discusiones, ó estrés de los mayores.
Cuando llegaba un nuevo niño al Jardín, era muy bien recibido y acogido por todos sus compañeros, de tal manera que se sintiera protegido y amado. Inmediatamente los  maestros los hacían sentir como si estuvieran en el Reino Celestial, siendo todos los niños Ángeles del cielo, e hijos de un solo padre, que jugaban, se cuidaban, protegían, y se amaban todos entre sí.
Y a ciertas horas en la estancia de los niños, se dejaban los juegos, diversiones y travesuras, para hablar sobre  los Ángeles, y en ese momento  los salones se iluminaban de una luz muy brillante,   los niños experimentaban una dicha inexplicable, una paz que en ningún otro lado jamás habían sentido,  se impregnaba el salón de un aire mezclado de alegría y amor, por la presencia de miles de Ángeles, porque se hablaría de los Seres Celestiales de Luz; de sus orígenes, de sus rangos y dimensiones, de sus tareas, de sus mensajes. Los niños y maestros  platicarían hechos reales, milagros, apariciones y mensajes que los Ángeles les habían comunicado. Esas horas de clase para los alumnos eran sanadoras, porque experimentaban en su piel y en su corazón el amor sublime de estos seres incondicionales.  Eran más de cien niños contando sus vidas reales, y algunos  tenían ya varias historias, porque al momento de entrar en esa pequeña escuela los niños abrían sus mentes y corazones, y empezaba la plática con sus propios Ángeles de la guarda, y  después de cierto tiempo, lograban el contacto con sus Ángeles. Desde ese momento llevaban el mensaje de amor y perdón  a sus familias y a toda la gente que les rodeaba, cambiando  las discusiones, conflictos, temores y sufrimientos de sus casas, por  acuerdos, paz, confianza y dicha.
Los alumnos se sentaban cómodamente para escuchar con atención, mientras niños y  maestros pasaban al frente   para contar sus experiencias:    
La maestra Cristina: -En una ocasión estaba yo en casa, en una noche fría con una fuerte tormenta, cuando recibí la llamada de mi madre, diciéndome que  mi padre se encontraba muy enfermo y que en su delirio mencionaba mi nombre y varias palabras más que nadie entendía, inmediatamente tome mi coche y en medio de la tormenta viaje hacia la salida del pueblo y pocos kilómetros antes de llegar a la casa de mis padres mi auto se apagó sin motivo alguno, intenté ponerlo nuevamente en marcha sin poder lograrlo y estaba yo sola, en la total oscuridad de la noche y  la tempestad continuaba. Tuve que pasar la noche dentro del auto, hasta que al amanecer un patrullero toco en la ventanilla despertándome de inmediato, diciendo que a un kilómetro  del lugar donde yo me encontraba, el puente se había derrumbado por la tormenta y no había forma alguna de llegar al pueblo, en ese momento  logré encender  el coche sin ningún problema, di vuelta para regresar a mi casa e inmediatamente llame a mi madre, quien me comunicó que  mi padre ya había amanecido mejor, y que lo que había querido decir  anoche y que nadie entendía, era que no salieras de  tu  casa en medio  de la tormenta porque era muy peligroso., en  ese momento entendí que un Ángel descompuso mi coche dos kilómetros  antes de cruzar el  puente para ponerme fuera de peligro.
 -JOSE: En varias ocasiones cuando mi padre salía a trabajar, se  despedía de nosotros con un emotivo abrazo y  beso;  yo corría a la ventana para ver cómo se subía a su  coche y se alejaba; lo llegué a ver de lejos  con la figura de una persona sentada del lado del copiloto.  Cuando llegaba del trabajo corría para preguntarles a mi padre quien era esa persona, y mi padre sorprendido, me decía que no existía tal persona,  en esos momentos recordaba mi padre que todas las mañanas al salir de la casa para ir al trabajo, oraba a Dios para que cuidara a sus hijos y a su esposa, fue entonces que entendí que era su Ángel de la guarda quien viajaba con él para protegerlo.
-PABLO: Recuerdo el invierno pasado, cuando cayó una tormenta de nieve por la noche y al amanecer, el sol estaba radiante, inmediatamente salí con mi hermana al jardín para hacer un muñeco de nieve y jugar lanzando bolas de nieve. En ese momento pasaba un caminante por la calle, y sin darme cuenta lance una bola de nieve por los aires que golpeó su cabeza, inmediatamente corrí para ofrecerle disculpas, y él sonriendo me dijo que no había problema, porque a él le  encantaba ver  a los niños felices, y nos dijo que siguiéramos jugando hasta el atardecer, porque durante  los siguientes dos días se presentaría una terrible tormenta y nadie podría salir de sus casa. En esos momentos el forastero continúo su camino, e inmediatamente entre a la casa para comentarles lo sucedido a mis padres, porque  querían que fuéramos a visitar a los abuelos al día siguiente. Mis padres inmediatamente salieron a buscar al forastero, pero  grande fue nuestra sorpresa al ver  que no había ninguna huella de los pasos del forastero  en la nieve, únicamente de los zapatos de mi hermana y los míos. Entendí  entonces que  había sido un Ángel el  que nos advirtió que no saliéramos de viaje esos días, porque efectivamente cayó una fuerte tormenta por varios días afectando todas las carreteras; mis papás mi hermana y yo dimos gracias al Ángel forastero por su gran amor hacia mi familia.

F I N.

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