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sábado, 19 de julio de 2014

EL INFIERNO UN PARAISO

En una ocasión un discípulo le preguntó  a su  maestro:
¿Cómo es posible que  gente tan simple sea capaz de soportar los tormentos más terribles  y salir siempre ileso de los golpes de la vida, de todo sufrimiento?
Y el maestro le respondió: - Hay muy poca gente  que se ha dado cuenta que el  ser humano es amor o desamor, felicidad o infelicidad, gratitud o dolor. El amor es una energía, es luz, es felicidad, la energía no se pierde, se transforma; la luz pierde su brillo para transformarse en obscuridad, la salud puede convertirse en  enfermedad, y la alegría   en tristeza. El amor provoca que la gente se enamore, que se ame, que llore, que perdone, pero también es vulnerable y puede transformarse en dolor, odio, celos, y muchos resentirnos negativos.
La esencia del hombre es amor, pero no todos lo saben aún. Hay gente que vive en comunión perfecta con el amor y la  espiritualidad, vive iluminada compartiendo todo, la bondad que brota por todo su ser lo hace  inmune a las críticas, enfermedades, problemas y envidias, tomando todo lo bueno que le acontece, agradeciendo y bendiciendo por ser afortunado y premiado por el universo. Y hay personas muy sabias que cuando se le presentan  problemas o cualquier dificultad no los toma como suyos, los deja pasar, y piensa: no hay problemas, son enseñanzas, pruebas, advertencias; cuando se requiera hay que cambiar el rumbo, pero en muchos de los casos la gente busca solución a lo imposible como la muerte, o cuando llego el final de una relación, o de un trabajo, no entienden lo  que significa “Es el Final”, y el final significa: “Se acabó”, no se pude seguir esperando algo que ya no es, continuar cuando ya no  hay camino, simplemente el inteligente sabe que tiene que continuar con un nuevo camino, y el que no es inteligente carga con las dificultades y problemas  sobre su espalda por largo tiempo.
-Te contaré una hermosa historia:

Era la vida de un muy buen hombre llamado Jeremías  de quien nadie sabía ni su vida anterior ni de dónde venía, solo sabían que había vivido con muchas carencias materiales, pero a él no le importaba ni le hacía falta nada. Su alma era muy rica y bondadosa, amaba a todo ser viviente en el mundo, a sus amigos, enemigos (porque no faltaba quien lo molestara por su humilde apariencia), familiares,  animales, flores, árboles, para él todas las criaturas eran como sus hermanos que compartían su casa, que era una pequeña choza, con los vidrios de las ventanas rotas, pero a él no le importaba, pues decía que de esa manera entraba el fresco aire que rosaba sus mejillas, el techo era de paja y tenía un gran boquete pero a él no le importaba porque  pensaba que así podía contemplar por las noches la  luna y las estrellas;, era un hombre muy pobre pero muy feliz, y  tenía un  perro que llamaba “Capitán”  era un perro viejo que un día encontró en el camino y se lo  llevó a su casa, pensó: - tú también estas viejo y solo, te llevaré a  casa. Capitán también era muy feliz, pues daban largos paseos juntos y por las noches dormía con su dueño y eso le bastaba para estar más que agradecido.
Jeremías siempre era  amable y feliz,  compartía  con la gente que lo rodeaba, bendiciones, y sabiduría que era toda su riqueza, y que algunos le envidiaban.
Por su avanzada edad Jeremías un día murió y con  él también Capitán, pareciera que   ambos hubieran decidido o planeado su muerte el mismo día,  todos sus vecinos y amigos se sorprendieron mucho al ver los dos cuerpos juntos e inertes sobre un catre y un delgado  y desgastado cobertor, aseguraban sin temor a equivocarse que  Jeremías tendría un lugar muy especial en el cielo por su alma limpia y buena.
En vida le  gustaba  explorar nuevos caminos y cuando murió decidió tomar el camino que lo llevaría al infierno.  Cuando llegó ahí vio que las puertas del infierno eran muy grandes  ya que llegan miles y miles de personas ahí,  y a nadie se le niega la entrada, cualquier persona puede entrar, pero nunca salir.
Al poco tiempo Lucifer llegó directamente a las puertas del cielo y reclamó a San Pedro que es  quien cuida las puertas del cielo:
- ¡Esto es un complot, un sabotaje!, ¿enviaste  un espía al infierno?, ¿Qué es lo que estas tramando? o ¿acaso es un experimento tuyo? Esto es lo más  abominable que he presenciado, no lo puedo soportar, esta es la peor de las  ofensas que he recibido. Este espía tuyo ha hecho que  mi infierno esté de fiesta, hasta las almas más malvadas y perversas cantan de alegría, se perdonan,  se abrazan de júbilo, se juran amor, ya no hay maldiciones solo bendiciones, todos los condenados están muy felices, todos están endiosados con esta persona tuya; les cuenta historias de amor, esto parece ya un PARAISO.
San Pedro con una ligera sonrisa en sus labios le contestó: Lo siento mucho esto nunca había sucedido, todas las almas que mueren y su dirección es el cielo, van directamente y llenos de júbilo en la dirección correcta no sé cómo pudo suceder esto, pero de inmediato le daré solución.
En pocos segundos cientos de Ángeles del cielo bajaron al infierno para llevar a Jeremías a donde correspondía y al entrar ahí, se maravillaron al ver que muchísimas almas que se encontraban en el infierno estaban de rodillas pidiendo perdón al Dios Altísimo, arrepintiéndose de los actos malvados que los llevaron a ese lugar. Muchas almas perdidas sintieron alivio y su tormento era menor, ya que sentían que Dios los había perdonado, pues Jeremías les llevó la palabra de Dios  por medio de su hijo Jesucristo.
Al ver los Ángeles lo sucedido dieron Gloria a Dios y se llevaron a Jeremías y a Capitán al cielo donde pertenecían.


F I N.


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