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jueves, 17 de julio de 2014

LA CONCIENCIA

EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA
Despertar la conciencia significa estar en el instante presente, en el ahora, en el presente infinito. El pasado está muerto, y el futuro todavía no está escrito. El mero hecho de aceptar conscientemente que hay un subconsciente del tamaño de un continente por descubrir, se ha ganado una cierta conciencia. Si un loco se da cuenta que está demente, está en el camino de la cordura, es consciente de su situación, en cambio el prepotente sabelotodo, que no acepta sus errores estará en su ignorancia, lejos de estar consciente de la realidad. 

Las personas que van despertando esa parte subconsciente y la llevan a la parte consciente, salen de la obscuridad  de su ignorancia, para despertar a la luz de la verdad, dándose cuenta que el mundo en el que han estado viviendo no es tan real. No es que no exista, si no que lo están viendo  a través de un velo, de un antifaz que filtra únicamente una pequeña  parte de la realidad. Todo ser consiente no forma parte de ningún conflicto, tampoco lo toma como algo personal, no como otras personas que visualizan una muralla, imposible o difícil de resolver, e inmediatamente cargan con la preocupación sobre su espalda lamentándose  de su mala suerte. Lo que para unos es un dolor de cabeza, para otros es un juego de risa, cada quien tiene diferentes puntos de vista, uno permite ser parte de la dificultad  y otro simplemente encuentra la solución  al problema.

Vivimos dormidos, hipnotizados en una realidad falsa, carente de sentido, dando vueltas y vueltas, cayendo en los mismos errores, tropezando con las mismas piedras, pasando una y otra vez por los mismos caminos conocidos y espinosos. Nacer, comer, reproducirse, buscar la felicidad en las cosas materiales y vanas, deseando una cosa, deseando otra, viviendo en la ansiedad, en la frustración, queriéndole ganar la carrera al tiempo hasta que llega la muerte, es la vida que muchos viven.  El hombre sobrevive en un trance, como zombi, ignorante, dormido, sordo y ciego a la realidad verdadera. Desde los primeros años de edad, a los niños se les trasmiten bastantes temores, inseguridades, culpas que corresponden a los mayores, heredando de generación en generación, muchas creencias limitantes y paradigmas que evitan que el hombre despierte  sus potenciales.

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