CUENTO PARA ADULTOS
EL RACISTA
-¡Taxi, Taxi!, Por favor al aeropuerto y deprisa porque voy atrasado. –Richard, una de tantas personas que por su posición economía, cree tener más derechos mejores atenciones y tratos, que la gente que no tiene el poder económico.
-No se preocupe señor, conozco varios atajos que nos permitirán llegar sin
demora alguna, aunque haya demasiado tráfico.
En las noticias de esta mañana
pronosticaron buen clima en todo el país, afortunadamente ya pasaron los días
friolentos, comentó, ¿A dónde viaja
usted?
-No acostumbro a platicar con gente extraña; por favor únicamente conduzca y de prisa.
-Sí señor, usted disculpe. –Y el taxista se quedó callado pensando: - qué
mal genio y muchas cosas más.
Mientras que Richard pensaba: -Este
tipo que se cree, es un estúpido pobretón con aspecto de bonachón, qué flojera,
con esos lentes y qué feo empleo; espero
que este mal momento pase rápido porque no me agrada viajar en autos que no
sean de mi propiedad.
El taxista era un excelente conductor, una persona honrada y trabajadora
que conocía a la perfección la ciudad y daba un excelente servicio a sus clientes.
Para poder llegar a tiempo al aeropuerto tuvo que cruzar por algunos
barrios pobres para evitar el tráfico de las grandes y principales avenidas. Se podían ver mercados populares en plena calle, casas y
departamentos en muy mal estado, escuelas viejas y descuidadas, deportivos
llenos de grafitis y gente ociosa; después pasaron por un callejón donde se ejercía la prostitución y
la venta de droga.
-¿Pero por qué me trajo por estos lugares tan repugnantes y asquerosos?,
¡Usted me quiere secuestrar?
-No mi señor, yo soy un hombre trabajador
y honrado que ama su trabajo. Y
si lo traje por estas calles, es porque usted me pidió que lo llevara al
aeropuerto lo más pronto posible porque
ya iba atrasado, y por este camino haremos la mitad del tiempo, que si nos fuéramos por las avenidas
principales.
- ¡¡Está bien, pero apresúrese para salir de este inmundo barrio!!.
Nuevamente por la mente de Richard pasaron miles de pensamientos: - “Esto
es espantoso, repugnante, toda esta
gente que vive en estos lugares tan
deprimentes debería desaparecer de la faz
de la tierra, y nacer otro Hitler para
exterminar a este tipo de gente, y solo viviéramos los blancos, refinados y con
clase. Odio ver personas pobres pidiendo
limosna, odio a toda la gente de bajo nivel, con su mal gusto para vestir, hablar, y comer, su música, su color
de su piel. Tampoco soporto ver gente
homosexual, ni gente dedicada a la prostitución, me dan fobia, pero yo creo que no son personas
normales, mas bien son como cavernícolas.
Minutos después llegaron al aeropuerto como lo había prometido el taxista.
Richard miró su elegante reloj
y se sorprendió al ver la rapidez con la que llegaron; bajo del taxi, pago la tarifa
marcada por el taxímetro y se marchó sin
dar las gracias. El señor taxista lo miró y negando con la cabeza, lo vio alejarse a toda prisa, enviándole bendiciones a su exigente cliente. Y pensó que si en otra
ocasión lo volviera encontrar, lo llevaría por las avenidas principales por
donde hay más tráfico, así podría cobrar mucho más, que si lo lleva por los atajos de los barrios
populares, - pero en fin… hice bien mi trabajo, pensó.
Al poco tiempo Richard ya estaba a
bordo del avión ocupando un lugar en la case turista, porque su presupuesto no le permitía viajar en
clase premier. Se asombró al ver a una
persona Indígena que caminaba por el pasillo del avión y se sentó exactamente
al lado de Richard. En ese momento sintió morir, pensando cómo era posible que
permitieran el acceso a esas personas. Deberían
reservarse el derecho de no admitir a esa gente de bajo nivel,
maloliente, roñosa, desagradable a la vista, deberían de hacerles
un lugar en donde llevan el equipaje. Y antes de despegar armó tremendo alboroto.
-Señorita azafata, podría ayudarme???
-Sí señor, ¿Estoy a sus órdenes dígame? –Preguntó la sobrecargo:
-¿Qué no está usted viendo?, estoy
sentado al lado de una sucia Indígena.
No soporto estar sentado al lado de una persona sucia, repugnante e
ignorante. ¿Podría llevarla a otro asiento? Esas fueron las frías y
autoritarias palabras
de Richard.
-Disculpe señor, pero yo no veo que esta persona esté sucia, y cómo sabe que es ignorante? déjeme
decirle que ella pago el mismo precio por su boleto, que usted. Pero permítame comentarle al
Capitán sobre su inconformidad. Y la aeromoza
se dirigió hacia la cabina del avión para hablar con su jefe
sobre lo sucedido.
Minutos después llego la sobrecargo al lugar donde se encontraba Richard,
pero esta vez dirigiéndose a la mujer:
-“Señora, hay un lugar para usted en
primera clase, si usted lo desea puedo cambiarla de lugar, es más confortable, estará mas a gusto y los
alimentos y bebidas son mucho mejor, le
daré un cobertor, una almohadita, un antifaz para que pueda usted descansar y no la moleste la luz, todo esto cortesía
del Capitán.” En esos momentos la señora
temerosa, tomo su humilde equipaje de mano y se dirigió al frente del
avión entre el aplauso y regocijo de
mucha gente que la animaba y presencio
lo sucedido.
Un par de horas después Richard ya
estaba en otro aeropuerto y en otra
ciudad formado en una larga fila para
conseguir un taxi y mucho tiempo después de una eterna espera, logró
abordar un viejo taxi,
con un conductor negro para su mala suerte, pues no le agradaban, y como ya había pasado bastante
tiempo sin conseguir transporte, se vio obligado a abordar el taxi para ya no
esperar más, e irse a descansar, después de tantas horas de disgustos.
Y nunca se imaginó que ese sería el último taxi que él abordaría, pues
el taxista lo llevó a un barrio donde seria asaltado, y asesinado,
por aquellos hombres que él más despreciaba y odiaba en la vida.
Al llegar al cielo toco las puertas del paraíso, y un Ángel
se asomo por una ventanita de la enorme puerta, y al verlo le sonrió y le
dijo:
-Eres tu Filemón? me dijo San Pedro
que esperaras afuera, que en un momento saldría a recibirte.
-Yo no soy Filemón, soy Richard, y dile a tu jefe que se apresure,
porque yo no tengo paciencia.
-Tu verdadero nombre es Filemón, eres de sangre indígena y te avergüenza, por eso te cambiaste el nombre. –Fue la
respuesta del Ángel que inmediatamente cerro la ventanita de la puerta.
Transcurrió mucho tiempo, y Filemón
seguía a la espera de ser recibido en el paraíso,
sin que se le pudiera atender, pero
grande fue su sorpresa, al contemplar que empezó a llegar más gente al cielo, y que
inmediatamente eran recibidos sin ningún contratiempo. Primero llegaron
unos asiáticos, después unos negros y
otros blancos, después unos homosexuales, también unos indígenas de tez morena,
mucha gente humilde y de todas las clases sociales que habían vivido en el
bien, y que entraban muy agradecidos y felices
por llegar al paraíso, mientras que Filemón seguía esperando afuera del paraíso. Después de una larga
espera, por fin San Pedro salió para
atender el caso de Filemón.
-Perdóname hermano mío, es que llegó
un gran grupo gente muy
distinguida de diferentes clases sociales, razas y humildes de corazón, y era de suma importancia prepararles una excelente bienvenida, todos
los coros de Ángeles celestiales les
dieron un muy bonito recibimiento. -Fueron
las palabras de San Pedro.
-¿Pero qué tiene de especial esa gente, que no tenga yo? Fui un hombre culto, estudioso, profesionista, de una buena
posición social, por lo tanto exijo también tener esos mismos
privilegios y ser recibido como
me merezco, pues todos somos hijos del mismo Dios.
-Efectivamente tienes mucha razón, aquí en el cielo todos somos hermanos
del mismo padre, somos carne de la misma carne, de la misma sangre, todos somos
los hijos benditos de Dios, somos herederos de su reino, nadie tiene más
privilegios que otros, aquí no existen rangos ni clases sociales, ni color de
piel, ni tendencias sexuales, para discriminar a nadie, aquí somos hermanos que
nos amamos los unos a los otros. Y allá abajo en la tierra, debería ser lo
mismo, todos fuimos creados con el mismo
amor del Padre, todos respiran del mismo oxígeno, y deben aprender las enseñanzas de Dios: “Amarse los unos a los otros como a sí
mismos”. El que lleve a cabo las enseñanzas podrá entrar al paraíso, de lo
contrario regresará a la tierra a
cumplir con las enseñanzas, recibiendo el mismo trato con el que se dirigió durante
toda su vida hacia sus semejantes,
porque cada quien recibe lo que da, cada quien cosecha lo que siembra. Si
discriminaste, maltrataste, ofendiste, ó denigraste a tus hermanos, ahora recibirás discriminación, maltratos y ofensas, hasta que aprendas el mensaje
del Señor tu Dios, por lo tanto Filemón, tendrás
que regresar a la tierra nuevamente, pero ahora rencarnarás en un hombre negro y pobre, o en un Indígena de escasos recursos, o tal vez en un homosexual,
porque aquello que más odiabas, era
aquello que más atraías a tu vida. ¿Entonces dime en que quieres rencarnar? puedes elegir.
F I N .
Muy bueno, gracias. ♥
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