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miércoles, 15 de octubre de 2014

¿A DONDE VAMOS A PARAR?

-Ella pensaba: ¿Por qué me están atacando?, ¿Por qué nadie me entiende?, ¿Por qué me ofenden, me maltratan, me lastiman?, ¿Por qué no hacen lo que yo digo que se tienen que hacer?, ¿Por qué no cambias tú, porque  yo no estoy dispuesto a cambiar mi postura?, ¿Por qué te gusta entrar en mi juego de neurosis y cólera? Ahora todo el tiempo estoy a la defensiva esperando contraatacar por tus indirectas, tu sarcasmo, y hasta cuando me ignoras yo inicio la ofensiva.


-Él pensaba: Yo llego del trabajo muy estresado, y pensar que en mi casa me espera otro porcentaje alto de enfados, reproches, exigencias y  provocaciones para estallar en discusiones por carencias en el hogar, por los compromisos adquiridos y no resueltos, por el comportamiento y educación de los hijos,  porque olvide apagar el estéreo, porque no deje el café en su lugar, etc.
-El: No encuentro mis tenis, tampoco mi pants, hoy no tenía ningún pantalón planchado.
-Ella: Tú me dijiste que me ibas a contratar a una sirvienta  para que me ayudara en las labores.
-El: Si pero únicamente me atenderá a mí personalmente.
-Ella: Anoche cuando dormías, me estabas insultando.
-El: ¿Y quién dijo que dormía?
-Ella: Pues esa noche desperté de una pesadilla, porque soñé con tu madre.
-El: No te metas con mi madre, que es una santa.
-Ella: Si, es toda una santa madre controladora, que nunca le quito el biberón a sus hijos.
-El: Deja de estar hablando de mi madre, porque soy capaz de irme todo el fin se semana con ella.
-Ella: Por mi te puedes ir desde este momento, para que te cambie el pañal, para que te siga amamantando porque te falto madurar.

En esos momentos la discusión subió de tono de voz, los insultos eran más despectivos, más ofensivos, ya llevaban una intención de agredirse  físicamente. Los dos gritaban al mismo tiempo cara a cara, solo vociferando rabia, haciendo sordos sus oídos, mientras que la vista lanzaba rayos queriendo desintegrar a su contrincante. Las ofensas  iban cargadas de maldiciones, cada quien lanzaba  sus  peores  deseos llenos de veneno  uno contra el otro.
Hace miles de años  en la era prehistórica,  la tierra era gobernada por los animales más grandes y  fuertes;  desarrollar  su  inteligencia era esencial para poder subsistir. En ese tiempo la vida era tan incierta, las probabilidades de un día salir de la cueva a cazar y no regresar eran muy altas, la probabilidad de que la pareja se fuera con el más fuerte también era muy factible. La mayoría de los hombres eran cazadores, aunque también había  algunos  holgazanes como los hay  hoy en día. Su tarea era arriesgar su propia vida con grandes depredadores, más grandes, más fuertes que el propio hombre, siendo en ese entonces su inteligencia  muy pobre, pero su astucia  fue tomando experiencia, su instinto de supervivencia y creatividad lo llevo a crear herramientas, trampas, planes de ataque;  su principal  objetivo en el día era enfocarse en su presa para no ser devorado antes y morir en el intento; su mente y su vista estaban orientados en  un solo punto.
Ya el estrés, el cansancio, los dolores de cabeza y espalda  eran comunes  al  llegar a su cueva, deseando solo  echarse en su rincón sin querer ser molestado ni interrogado por su pareja. El  pánico que  tenía que pasar al cazar a   un  mamut no era digno de contárselo a nadie, pero cuando el hombre llegaba a cazar una presa grande, era cuando llegaba alardeando su trofeo,  su presa, era cuando más euforia y energía quería descargar sobre su mujer.
 Mientras que la mujer ya empezaba a trabajar con sus dos hemisferio de su cerebro para realizar muchas tareas a la vez, cuidar a sus pequeñitos, darles de comer, recolectar agua, leña, y frutos, asear la cueva;  hacia ropa con las pieles de los animales cazados, cualquier problema de la cueva no estando el hombre,  la mujer lo resolvía de alguna manera, y ya después estando el mismo hombre de la casa, la mujer seguía realizando las pequeñas composturas de la cueva, años después cosechaba  lo que el hombre  sembraba;  para esto,  empezaba a desarrollar más sus cinco sentidos, más un sexto de intuición al peligro, una vista de 180 grados para localizar a sus hijos, podía escuchar las pisadas  de los depredadores, poseía un  olfato agudo que le permitía localizar lo que ella quisiera. 
Algunos hombres y mujeres han superado sus instintos primitivos. Algunos otros quieren seguir haciendo su voluntad a la fuerza.  No son capaces de ver la inocencia, las razones, las limitaciones de la pareja, del padre, del hermano, entonces surge el peligro de enfrentarse a  un duelo donde ninguna persona podrá vencer, solamente podrá ganar la intolerancia, la irreflexión, los oídos sordos al diálogo racional, porque en una discusión nadie gana, todos pierden, solo gana la ignorancia. En una guerra nadie gana, todos pierden, pierden la paz,  el amor al prójimo, el perdón,   ganando la fuerza bruta del hombre primitivo.
 En esta vida siempre tendremos los mejores maestros que nos hagan ver nuestros complejos, temores, fijaciones, traumas, virtudes, etc., maestros hechos a la medida para balancear nuestro nivel energético, emocional, intelectual, psíquico,  nuestro verdadero complemento que por la ley del magnetismo atrajimos a nuestras vidas,  para actuar como espejos y vernos  a nosotros mismos, de lo contrario sin estas relaciones nunca podríamos conocer  de lo que somos capaces y de lo que no somos capaces de ser y hacer.
Por lo tanto la mujer es parte del hombre, y el hombre estará ligado a la mujer por la eternidad. Un hombre no es Hombre sin su mujer,  porque el Poeta no es Poeta sin la poesía que inspira la mujer. El pintor no es pintor sin su pincel, sin sus pinturas,  sin la mujer que lo inspire. El Escultor no es nada sin su cincel, ni su marro, ni sin su mujer que lo inspire. El   músico no es nadie sin sus partituras, sin su música. El agricultor no es nadie sin sus tierras, sin sus cosechas; de igual manera    la mujer por mandato divino, debe unirse a su marido, no es mujer en toda la extensión de la palabra sin su hombre, porque toda la creación está basada en la unión del hombre y la mujer.   SI SE PIERDE ESTA UNIÓN,  LA HUMANIDAD DESAPARECERIA. SI UN HOMBRE NO VE A LA MUJER COMO LA POESIA, LA MUSICA,  LA ESCULTURA,  LA PRIMAVERA, LA FLOR, ES QUE ESE HOMBRE NO FUE CAPAZ DE DAR SU COSTILLA, Y QUE NUNCA PODRA COMPARTIR NADA DE LO QUE TIENE, Y TAMPOCO PODRA RECIBIR NADA DE LA MUJER.

F I N .

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