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jueves, 9 de octubre de 2014

AFIRMACIONES DE OCTUBRE 2014

AFIRMACIÓN # 1 
“Porque de cierto os digo que cualquiera que dijera a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga será hecho” (San Marcos, verso 23) Mi fe mueve montañas, derrumba murallas, elimina enfermedades, porque la palabra de Dios es mi palabra, su voluntad es mi voluntad, su potencialidad pura es el mismo poder que yo empleo para crear lo bueno con amor, y destruir lo que no es hecho por Dios, como los problemas, enfermedades, todo tipo de conflictos que rompieron con el equilibrio de las cosas que Dios creo. Mi fe marcha con la bandera de la victoria, los retos son alimento para mi alma inmortal, para mi espíritu aventurero, los problemas son escalones para subir a la gloria de mí ser. Lucharé con valentía pues estoy consciente de que obtendré toda la sabiduría de hacer lo correcto, porque  lograré  todo el poder y la fuerza Divina para alcanzar el bien más elevado para todos, que mi bien sea el bien de los demás, que nadie pierda, que todos ganen con mi victoria. Dios me revela el camino y las soluciones que resuenan en mi corazón; la voz de mi intuición es la voz de mi Dios interior que calla al Ego, la que disuelve los temores, la que desmiente las mentiras, las críticas y los juicios desenfundados. Dios sabe todas las respuestas, pero tengo que hacer la pregunta correcta para conectarme con mi Creador, de una forma amorosa, agradecida, sincera, y con la certeza de su grandeza sin temor a dudar.
Y agradeciendo profundamente que Él sabe lo que es lo mejor para mí, y que solo está en espera que lo pida con sinceridad. Yo tengo fe que Dios me revela las soluciones, porque su verdad es mi verdad, para llegar a un buen fin, sé que las montañas desaparecerán, se desvanecerán en la luz del amor de Dios, lo decreto, lo afirmo con todo el corazón, así será de acuerdo a lo voluntad divina, en armonía con todo el universo, gracias mi Dios Padre.


AFIRMACIÓN # 2
Yo soy hijo de Dios, soy su heredero, su continuidad, soy su resurrección y su vida, yo estoy vivo porque  Él está vivo en mí. Él me creo a su imagen y a su semejanza, de su misma carne, de su mismo pensamiento, de su mismo aliento, un cordón de plata une su espíritu con mi espíritu, porque mi Dios todopoderoso todo lo puede. Es omnipresente, omnipotente, está en todos lados, en todas las cosas, todo el tiempo, está a mi alrededor, está dentro de mí, está en mi corazón, yo estoy es su corazón.  Reconozco que estas premisas son verdaderas, soy un hijo de un Dios viviente, amoroso y justo, que nos puso en un hermoso paraíso de miles de posibilidades para escoger, para crear nuestra realidad a voluntad propia de acuerdo a nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y acciones  que más repitamos en nuestra vida. Que si yo hablo de enfermedad, sufrimiento, escases, así será en mi realidad. Que si yo predico con amor, enseño con un buen ejemplo, comparto sin esperar nada a cambio, si bendigo a todo el mundo, estaré cosechando todo lo bueno que siembre en la vida. Dios no interviene en mis decisiones, solo está para darnos todo aquello que le pidamos con palabras, con nuestros pensamientos y emociones más claras y fuertes. Si hablamos de enfermedades, si experimentamos temores, odios, rabia, es exactamente lo que nos devolverá, si criticamos seremos fríamente criticados, si mentimos seremos engañados, si hablamos de cosas buenas, si experimentamos amor, si vivimos felices, Dios multiplicará  lo bueno o lo malo de acuerdo a la frecuencia sostenida en los pensamientos que más  energía les apliquemos, que más fuerza sentimental se les dediquemos. Y como sé que Dios mora en mí, no me puedo permitir tener pensamientos malos y negativos, a partir de este momento, amaré a Dios que se encuentra en mi interior. Amor significa: honor, respeto, lealtad hacia todos, y fidelidad a la presencia divina que mora en mí. También desde este momento respeto y venero la divinidad que hay en mis hermanos, dejo de criticar, lastimar, maldecir, y enjuiciar a mi prójimo. El prójimo es lo más cercano a mí, que respira el mismo aire que yo, compartiendo el mismo espacio, el mismo tiempo, y al mismo Dios, por lo tanto lo respeto y lo amo sin intervenir en sus decisiones. Comprendo que conforme alabo y mantengo respeto íntegro por el ser de Dios dentro de mí, automáticamente respetaré y amaré al Dios interior de otras personas. Me doy cuenta que no puedo amar y respetar a otros, hasta que me ame, honre y me  respete a mí mismo, y le sea fiel y devoto a mi ser Real, Dios. Tampoco puedo continuar odiándome, mintiéndome, acusándome, creyendo en la enfermedad, porque es una verdadera traición a la  divinidad que soy, y a la divinidad que hay en mí, porque soy la morada y el templo de mi Dios Padre. Hoy continuare venerando, honrando y amando a la divinidad que hay dentro de mí, a la divinidad que hay dentro de ti, y nuestras vidas estarán llenas de dicha y jubilo. Gracias Dios mío.

  

AFIRMACIÓN # 3
“Por lo tanto, os digo que todo lo que pidieres orando, creed que lo recibirás y os vendrá. Y cuando estáis orando perdonad si tienes algo contra uno, para que también vuestro padre que está en los cielos os perdone a vosotros nuestra ofensas” (San Marcos 11:24-25) Pide y se te dará, busca y encontrarás, toca y se te abrirá, si prefieres la ayuda de los médicos se te dará, si confías en el Poder omnipotente de Dios también te dará, porque para Dios no hay enfermedades incurables, solo hay personas incurables, incrédulas, con poca fe en los milagros, y con mucha fe que sus enfermedades los pueden dañar al cuerpo, a la creación mas grande que Dios creara.
Vivo en Dios y Dios vive en mí, su amor limpia mi mente, deshace todos mis temores, corrige mis errores, perdona mis equivocaciones, y yo recupero mi salud. Exalto y alabo a mi bendito Dios amado, que vive dentro de mí, mantengo una veneración santa, reverente y llena de amor por mi cuerpo, que es el templo que Dios escogió para habitar. Su templo no está hecho de piedras preciosas, su reino está dentro de mí. Mi casa es su casa, no puedo yo albergar a Dios en una casa donde hay envidias, odios, rencores, resentimientos, su presencia deshace  mis temores, trasmuta mis depresiones, pues su compañía solo me llena de dicha, jubilo y una paz inmensa.
Dios es verdad, perfección, belleza y bienestar, su presencia fluye en mí ser. Dios piensa, habla y actúa en  mi interior, porque su voluntad es mi voluntad. Dios me guía en forma perfecta y divina por todos mis caminos todo el tiempo. Dios actúa a través de mí, me gobierna su orden perfecto y divino porque guardo sus mandamientos. Mis pensamientos son sus pensamientos, dejo de alimentar todos los juicios vanos que molesta a los oídos de mi Dios, como: “No valgo nada. No soy lo suficiente. Me odio a mí mismo. No lo  merezco porque es muy costoso. Es un castigo de Dios. La enfermedad es más fuerte que mi amor por mí y que la fe que tengo en Dios”.   Únicamente alimento pensamientos positivos con emociones positivas, que hacen bien a mi persona, honrando a la presencia divina que habita en mí. Estoy consciente que no puedo cambiar al mundo ni  a las personas, tampoco puedo cambiar mis pecados del pasado, pero Dios me ayuda a que yo cambie, Dios me dice que no existen pecados en mí, simplemente errores, equivocaciones, y que Él me puede perdonar si me arrepiento. Pido perdón por mis errores; libero    a las personas  que me maltrataron. Ahora  amo a los que consideré algún día como mis enemigos. Pido perdón a los que  un día  lastimé, los amo y los bendigo. Donde había  viejos odios ahora solo hay nuevos amores y lo más importante: Me perdono a mí mismo, sano a mi niño interior, lo abrazo, lo acaricio, dejo de sentir culpa por lo que hice  ó  por lo que no hice, por mis errores porque Dios me dice que no sabía lo que hacía, y por lo tanto también Dios me perdona, dejo de sentirme culpable y renuncio a lastimar mi cuerpo que es el templo de mi Dios todopoderoso. Ahora mi cuerpo regresa a la armonía perfecta llena de salud, para darle buen cobijo a mi Dios que habita en mi interior. Gracias Dios mío, Padre mío.



AFIRMACIÓN # 4.
Yo reconozco que Dios es mi creador, que actúa a través de mí, que está aquí conmigo ahora mismo y todo el tiempo. Mi Dios todopoderoso el que todo lo puede, el que interpreta y mantiene en movimiento armonioso todo el universo, omnipresente, omnipotente, que está en todos lados y en todas las cosas al mismo tiempo,  esta en mí, y yo estoy en Él.

 Él está en mi corazón, yo estoy en su corazón, yo estoy vivo porque Él vive en mí todo el tiempo. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?.  Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que vosotros sois. (CORINTIOS 3:16) “Dios habita en mi corazón, mi cuerpo es la morada del Espíritu Santo, su templo no lo hizo de ladrillos ni piedras preciosas, lo creo a partir de mis huesos, músculos, órganos, y les dio vida con su aliento, creando  su obra más perfecta del universo, con una alma inmortal, con una conciencia infinita, con la capacidad de decisión. El Espíritu Santo es la chispa divina que hace que palpite mí corazón.  Dios me creo con muchas facultades, dones, atributos, capacidades por descubrir, las cuales están declaradas en mi subconsciencia. Dios me creo con su infinito amor, y yo también tengo la misma facultad de crear mi realidad con el poder del amor.  Yo ordeno a esta fuerza amorosa universal que esté en todos lados, que esté dentro de mí que corrija los desequilibrios que hay en mi cuerpo, alma, mente, hasta recobrar la perfección con la que Dios me creo. Yo proclamo que el Espíritu Santo entre en mi ser y repare cualquier dolencia, enfermedad, y repare cualquier parte de mi cuerpo que esté sufriendo, porque yo soy un ser divino de proporciones magnánimas. Porque Dios me creo a su imagen y semejanza con el poder de obrar milagros en su nombre, cuando la ley del amor es invocada, cuando el perdón es proclamado. Yo ordeno llenarme de paz, amor, de perdón, dicha y mucha salud porque el reino de Dios vive en mí, y su reino tiene que ser perfecto, saludable y lleno de mucha felicidad, por lo tanto ordeno a cada una de mis células y neuronas se llenen de la luz divina que proviene de mi corazón enamorado de la vida, que vibra en el mismo canal que el corazón de mi Dios, los dos en un solo latido, para reparar a la perfección el templo de mi Señor, que es mi cuerpo sagrado la morada de mi Dios Padre todopoderoso, porque su casa es mi casa, y su poder es mi poder. Doy eternas gracias y bendiciones a todas las creaciones vivientes del mundo, que así sea. 

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