En una ocasión un hombre salió
gritando de su casa que lo habían robado. Desesperadamente se dejó caer sobre
la banqueta llorando como un niño, mientras sus vecinos lo observaban desde
lejos, haciendo todo tipo de juicios pero sin tener la menor intención de ayudarlo.
Don Sebastián era su nombre y le habían robado todo su dinero ahorrado por muchas décadas.
Todo el mundo lo conocía como el señor
neurótico del barrio, un hombre rudo que no le interesaba socializar ni tener ninguna amistad con nadie; un avaro egoísta que reunió una gran fortuna durante toda su vida, sin saber
exactamente en que la iba a gastar.
Don Sebastián había estado casado
por muchos años, pero la vida miserable
que le dio a su esposa, hizo que lo abandonara. Su mujer por mucho tiempo estuvo
sola, su esposo entraba y salía de su casa,
incluso de viaje pero nunca no la tomaba en cuenta para nada, era como
un mueble más y que incluso, le estorbaba para seguir acumulando más dinero.
En su matrimonio tuvo dos hijos,
que nunca amo, tampoco se interesó en su salud, ni en pagarles una buena educación, así que un día también
decidieron irse de la casa.
Esa misma noche después de que lo
habían robado, entró a su casa y se tiró sobre su viejo sofá maldiciendo a sus vecinos, a la gente con la
que trabajaba, buscando un posible culpable. También descargo su rabia contra
Dios, pidiéndole que terminara con su vida, y en ese instante recibió la visita
de un ángel:
- Sebastián: Soy un ángel y vengo
por tu alma.
-No!!! Por favor aún no, espera, no era cierto lo que estaba pidiendo,
todavía no quiero irme.
-Pero para que quieres quedarte
si no tienes a nadie a tu lado y tu riqueza desapareció.
-Primero quisiera saber quién me
la robo.
-Yo te veía todos los días
abrazar ese cofre de dinero que nunca ibas a gastar en nada.
-Si, lo iba a gastar en algo algún día, no sé
cuándo, y no se en qué.
- Tuviste una esposa y dos hijos que siempre ignoraste, solo te
interesaba acumular más riquezas, que no entiendo para qué, ellos carecieron de
mucho, especialmente de amor y comprensión debiste haber compartido con tu
familia toda tu fortuna; hoy estás solo con
tu vida vacía, completamente sin
nada; ahora imagina que nunca tuviste nada y que lo sigues teniendo.
-A si como tenías una mujer, nunca viste su compañía como una
esposa. Así como tuviste hijos, nunca existieron para ti como tu herencia de
sangre. Así como tuviste mucho dinero, imagínate que lo sigues teniendo, porque
nunca lo ibas a utilizar para nada. Así como tuviste una vida sin nada, vacía,
sin sentido, la seguirás teniendo por muchos años en una vida de soledad muy
amarga. Para ti la muerte sería un alivio y no pretendo llevarte todavía. Tu
condena será una seguir abrazando tu cofre todos los días, imagina que está
lleno de dinero, al fin y acabo nunca pretendías disfrutarlo, como nunca
apreciaste a tu esposa, como nunca disfrutaste a tus hijos.
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