Un hombre joven de
buen vestir, caminaba con la cabeza inclinada para que la gente no se
percatara que de sus ojos brotaban lágrimas de dolor. Llevaba consigo un duelo
sin superar de más de cinco
años por la partida de su primer
hijo, y muy recientemente la pérdida de su amada esposa que muriera de un
cáncer muy agresivo. Desde el fallecimiento de su hijo, su esposa se consumió
poco a poco en un sufrimiento de culpa e impotencia por lo sucedido, y desde
entonces no logró encontrar un motivo para seguir viviendo, cayendo en una depresión que se somatizó en diferentes
enfermedades, hasta generarle un cáncer mortal.
El hombre llevaba más de una hora caminando sin sentido como
un zombi, y sin darse cuenta había atravesado la ciudad hasta llegar al puente
que cruzaba el rio. Llegando a la mitad del rio se paró un par de minutos para
reflexionar, y después cruzó la barrera
de contención con la intención de saltar para quitarse la vida. En ese momento
apareció un ángel de la nada, en la figura de un abuelo encantador:
-Perdona hijo mío, debes de tener en consideración que son más
de veinte metros de altura, que las aguas están
heladas y sentirás que tu piel es acuchillada por muchas navajas a causa
del frio, y en el momento que decidas dejar de luchar contra el agua, sentirás
la falta de oxígeno, que es la desesperación más aterradora que pudiera existir.
La experiencia se te hará eterna, el agua llegará a tus pulmones impidiendo el
paso del oxígeno, tu sistema respiratorio se paralizara, tu corazón se detendrá
y ya no podrá llevar sangre a todas partes de tu cuerpo, las células de tu
cerebro son extremadamente sensibles a la falta de oxígeno, algunas de éstas
comienzan a morir en menos de cinco minutos. Pero en ese tiempo veras pasar la
película completa de tu vida y te darás cuenta que escogiste una salida
errónea.
-Usted no me va a hacer cambiar de opinión, quiero quitarme
la vida. ¿Quién es usted?
-Puedo ser un ángel, puedo ser Dios, puedo ser el demonio,
puedo ser el presidente, que importa en tus últimos momentos de vida.
-Si usted fuera un ángel intentaría salvarme, si fuera Dios, yo
le reclamaría por haberme quitado mis razones para vivir.
-No puedes quitarte la
vida, porque tú no te creaste, tú no te diste tu vida.
-No me importa, ya no tengo ningún motivo para seguir
viviendo.
-Si te quitas la vida, habrá sido un rotundo fracaso; la tarea que
habías venido a realizar en esta vida habrá quedado a medias. Tu propósito
principal, tu misión en esta vida vida estará truncado, estarás saliendo por la
puerta equivocada como un derrotado, dejando muchos pendientes sin haberlos aprobado,
y eso quiere decir que regresarás inmediatamente a la siguiente vida, en las
mismas condiciones, y con los mismos problemas para que los resuelvas. Esta es
toda una escuela donde tenemos que superar nuestros pendientes, de lo contrario
se presentarán nuevamente.
Hay personas que no han aprendido la lección y sus vidas son
todo un tormento, están envueltas en ruedas karmitas de sufrimiento, repitiendo
sus mismos errores, escogiendo las mismas parejas conflictivas, cayendo en las
mismas adicciones, repitiendo las mismas tramas tormentosas, repitiendo los
mismos patrones con las mismas pautas vida tras vida.
-Pero ya no tengo fuerzas, ni motivos para continuar, mis
seres queridos ya no están conmigo.
-Si yo te dijera que
lo que la gente llama muerte no es el final, es un nuevo inicio, es un nuevo renacer.
Es pasar de un estado de vida a otro estado de vida, tú eres un ser inmortal,
eres una divinidad en potencia, eres la creación más sublime y perfecta que
Dios haya creado a su imagen y a su semejanza. Si yo te dijera que lo que
llamas muerte, es lo más hermoso, grandioso y divino que le pueda pasar a una
persona. Solo hay una vida y es eterna, lo que llamas muerte es la entrada a un
portal hacia otra dimensión, es regresar al paraíso donde no existe el cuerpo
que envejece, que se enferma, que le da sed y hambre todo el tiempo. Ese
paraíso es nuestra verdadera casa donde todo es hermoso, donde todos somos
hermanos, donde reina la paz, la dicha, el júbilo, la felicidad sublime por una
vida celestial, cósmica, crítica, divina o amorosa al lado de nuestro creador.
-Primeramente yo no soy perfecto, y si la muerte es bella, yo
quiero morir en estos momentos.
-Todo es perfecto en la creación del Señor, la flor es
perfecta porque tiene su ciclo, llega a su plenitud, y regresa a la tierra,
como la semilla que un día fue un fruto jugoso. El bebe es perfecto aunque no
sepa hablar, el niño es perfecto aunque se caiga muchas veces por aprender a
caminar, tu eres perfecto porque tienes los sentimientos de amar, de tristeza,
la capacidad para triunfar o fracasar, la capacidad para distinguir entre el bien o
el mal. Tu hijo fue perfecto y él cumplió a la perfección su misión de vida; tu
esposa fue perfecta porque fue tu maestra y te mostró todas tus debilidades,
complejos, y todas aquellas cosas que te molestaban y por las que discutías,
estaban en tu interior, y ella como un espejo hizo que las vieras. Y efectivamente
la muerte puede ser un premio para aquellas personas que terminaron en buenos
términos su misión de vida. Todo en este universo es perfecto, todo tiene un
origen, una causa, un efecto, un renacer. El que muere por una enfermedad, o un
accidente, o un asesinato, tuvo que haber venido a esta vida a realizar una
tarea en un tiempo ya determinado, nada es por casualidad, todo está
perfectamente acomodado como en una
maquinaria perfecta de relojería.
-Gracias por tus palabras, gracias por regresarme la fe y las
esperanzas. ¿Pero dime quien eres tú?
-En estos momentos no te puedo decir si soy un ángel, o soy Dios, si te
interesa saberlo búscame más adelante, pero en vida, en tu interior y sabrás
quien soy.
Y en ese mismo instante su figura se desvaneció poco a poco en la nada,
dejando un aroma de rosas. El corazón de aquel hombre, latía de felicidad, de esperanza
y con el deseo de encontrar un nuevo
camino hacia Dios.
FIN.
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