Issa era un pequeño angelito
inocente, travieso y muy alegre que se pasaba el mayor tiempo posible jugando
con los demás ángeles, hadas, serafines, querubines, y muchos otros seres que
formaban en reino celestial. En muchas ocasiones le encantaba visitar a Dios y
platicar largas horas, sobre cualquier
tema, ya que todo tiene un motivo y una razón, nada hecho
por Dios es inútil, y solo hay una verdad, la verdad que está construida con el
amor. Después de recibir más
conocimiento, Issa se iluminaba más, se amaba más, irradiaba más felicidad,
dicha, júbilo, y salía disparado para seguir jugando con sus amiguitos
celestiales. Pero en ocasiones le encantaba estar a solas y disfrutar del juego
de luces de las estrellas, observar la magnánima creación del universo, de sus
planetas, galaxias, ver desde la luna lo hermosa que es la tierra, el paraíso
que Dios creo para el hombre.
Después bajaba a la tierra y desde una nube abría
una ventana, para observar el comportamiento de las personas en la tierra, y no
entendía de ninguna manera el comportamiento de los seres humanos, siendo los
hijos predilectos de Dios, su creación más maravillosa, dotándolos de muchos atributos, dones, y facultades que están utilizando de una forma
contraria, para lastimarse, para sufrir, para destruirse. ¿Cómo era posible que
siendo un ser perfecto, con un poder infinito en su interior, se dejara vencer
por los problemas mundanos?, ¿Cómo un ser inmortal se dejara vencer por
cualquier enfermedad?, ¿Cómo era posible que un ser hecho de amor, anduviera
mendigando amor por todos lados?, ¿Cómo era posible que siendo hermanos, e hijos del mismo Padre todo amor, se
lastimaran unos a otros?
Después de ver todo tipo de
incoherencias, perversiones, atrocidades, cosas absurdas, e ilógicas, se dirigió nuevamente a visitar a Dios:
-Issa: Dios mío, por qué no haces
algo para que en hombre deje de sufrir.
-Dios: Issa, recuerda que no
puedo intervenir en las decisiones de mis hijos. Ellos decidieron por voluntad
propia bajar a la tierra para encontrar sus capacidades, para experimentar la
dualidad, para que se dieran cuenta de qué están hechos, y de lo que son
capaces de hacer.
-Issa: Muchos están perdidos,
están caminando hacia atrás, cada vez se alejan más y más del bien, se alejan más y más del camino correcto,
de la posibilidad de que regresen a esta su casa.
-Dios: Todos ellos son mis hijos
amados, y no importa lo que hagan y dejen de hacer, si me han olvidado, si me
sacaron de sus vidas, yo los sigo amando, y ésta es su casa para cuando decidan
regresar.
-Issa: Muchos se quejan de que no
los escuchas, que no atiendes a sus oraciones.
-Dios: Yo he enviado a varios de
mis hijos para que les dejaran mis enseñanzas; Oyen pero no escuchan, no entienden mis palabras: “Ama a tu hermano como
a Dios”, “No le hagas a tu hermano, lo que no quisieras que te hicieran a ti” “En verdad os digo que si tenéis fe y no
dudáis, sino que aun si decís a este monte: Quítate y échate al mar, así sucederá. Y todo lo que pidáis en
oración, creyendo, lo recibiréis”
-Issa: Pero ellos son tan
soberbios que creen que pueden resolver todos su problemas, y cuando se
enferman confían más en sus doctores y en sus medicinas. Únicamente cuando no
pueden resolver sus propios problemas, y cuando nadie puede curar sus
enfermedades, es cuando te buscan sin la suficiente fe, pensando que no son merecedores, y que tú les enviaras todos sus
males.
-Dios: Mis hijos son seres
divinos, poderosos, tienen la capacidad de crear su realidad, han creado leyes,
religiones, sectas, aviones, naves espaciales, guerras, enfermedades, han
creado cosas buenas como malas, y confío en
que su capacidad de amar y
perdonar los lleve a un buen término, porque yo confió en mis propios hijos que
algún día regresaran a casa todos juntos amándose.
Issa se dirigió nuevamente a las
nubes más cercanas para continuar observando el comportamiento de los humanos.
Y de tantos acontecimientos que estaban
ocurriendo en la tierra, la que más le sorprendió en ese momento, fue ver la
discusión de unos padres negociando una separación, mientras que los dos
pequeños hijos encerrados en sus recámaras lloraban, sin saber su futuro, pues sus padres peleaban su custodia. Los
niños ideaban cómo salir por la ventana
de un primer piso, para pedir ayuda a sus abuelos; amarraron unas sábanas a la base de una cama,
para poder bajar sin que sus padres los descubrieran y pudieran intervenir en
su fuga.
Issa se dio cuenta que los nudos
de las sabanas no eran lo suficientemente seguros para aguantar el peso de los niños, y
en el momento que el primer niño traspaso la ventana y se dejó colgar por el
vacío, Issa también salto de la ventana del cielo y con la velocidad de un
pensamiento llegó hasta el piso donde extendió sus alas invisibles porque un
nudo de las sabanas se había soltado. El grito de la hermanita fue ensordecedor
y angustiante, que llego a oídos de los
padres que salieron corriendo al patio de la casa, y su sorpresa fue ver que su pequeño hijo estaba inconsciente
sobre el concreto cubierto por las
sabanas.
En cuestión de
segundos, Issa y el pequeño niño
se encontraban en presencia de Dios:
-Dios: Gracias Issa por tu
intervención, pero ya estaba escrito que el pequeño Pedrito tendría que
regresar al cielo, porque sus padres estaban llenos de odio, rabia, y sin
ninguna muestra de amor hacia sus hijos,
de tal manera que ellos crearon este desenlace tan trágico. Esto llega a pasar
cuando los hijos no son deseados, cuando son una carga para los padres, o los
utilizan como un instrumento de negociación. Ahora tú Pedrito, tu cuerpo está muy delicado en el
hospital, dime:
¿Quieres regresar con tus padres
o te quedas conmigo, y con Issa para que juegues con los Serafines y los
Querubines?
FIN.
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